Las Lagunas de la Campiña, un refugio natural en el corazón de Baena

Gracias al alto nivel de precipitaciones que se están registrando en los últimos días, es posible disfrutar de estas joyas vitales para la biodiversidad local
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Baena, situada donde la sierra Subbética se funde con la vasta campiña, alberga un tesoro natural único: las lagunas de la Campiña. Estas pequeñas joyas acuáticas, dispersas entre olivares y campos de cereal, son testigos silenciosos de un pasado en el que los humedales dominaban el paisaje. Hoy, aunque reducidas en extensión, conservan un valor ecológico incalculable y sirven de refugio para una rica biodiversidad, especialmente para las aves acuáticas.

Las lagunas de la Quinta, Rincón del Muerto, Casasola, Cortijo Viejo, De la Roa y Butaguillo son de origen endorreico, lo que significa que se alimentan principalmente de las lluvias. Aunque el avance de la agricultura intensiva ha alterado profundamente el entorno, reduciendo casi por completo la vegetación natural, estas lagunas han logrado sobrevivir a la desecación masiva de los años 60 y 70. Su existencia es un recordatorio de la importancia de conservar estos ecosistemas, frágiles pero vitales.

La laguna de la Quinta: un santuario para la malvasía cabeciblanca

Con algo más de 6 hectáreas, la laguna de la Quinta es una de las más destacadas. Sus aguas ligeramente salobres albergan un cinturón de vegetación compuesto por tarajes, carrizos y eneas, que sirven de hábitat para una gran variedad de aves acuáticas. Entre ellas, destaca la presencia de la malvasía cabeciblanca, una especie emblemática y en peligro de extinción que ha encontrado en esta laguna un lugar para reproducirse. Esta anátida, junto con otras especies como el flamenco común, la garza real y el calamón común, convierte a la Quinta en un punto de interés ornitológico de primer orden.

Laguna de La QUinta

Rincón del Muerto y Casasola: la lucha por la supervivencia

La laguna del Rincón del Muerto, con sus 5 hectáreas y aguas muy salobres, es un ejemplo de cómo la actividad agrícola ha impactado en estos ecosistemas. Rodeada de olivares y sin vegetación perilagunar, sufre un alto grado de colmatación debido a la cercanía de los cultivos. A pesar de ello, es un lugar clave para el flamenco común y varias especies de limícolas, como la cigüeñuela y la avoceta.

Por su parte, la laguna de Casasola, reducida a una lámina de agua de apenas 2 hectáreas, solo aparece en años de lluvias abundantes. Aunque carece de vegetación perilagunar y está atravesada por un gasoducto, aún logra ser un refugio para especies como el ánade azulón y la focha común.

Cortijo Viejo y Butaguillo: pequeños oasis en la Campiña

Las lagunas del Cortijo Viejo, aunque separadas por apenas 200 metros, representan dos mundos distintos. La segunda de ellas, con 1,5 hectáreas, está rodeada de olivos y presenta manchas dispersas de carrizos que sirven de refugio a especies como la cerceta carretona y la garza real. Además, alberga una población significativa de galápago leproso, un reptil autóctono que encuentra aquí un hábitat ideal.

La laguna del Butaguillo, por su parte, es una pequeña charca de media hectárea rodeada de eucaliptos que impiden el crecimiento de la vegetación natural. A pesar de su reducido tamaño, es utilizada por especies como la polla de agua y el azulón.

La Roa: una laguna bajo presión

La laguna de La Roa, situada al norte de Baena, es otro ejemplo de cómo la presión agrícola ha afectado a estos ecosistemas. Sin vegetación perilagunar y rodeada de cultivos, aún logra atraer a especies como la cigüeñuela y el águila calzada. Su recuperación dependerá de la reducción de las presiones humanas y la restauración de su entorno natural.

Laguna de la Roa   Baena

Las lagunas de la Campiña de Baena son mucho más que simples extensiones de agua. Son refugios de vida, puntos de descanso para aves migratorias y lugares de reproducción para especies amenazadas. Su conservación no solo es crucial para la biodiversidad, sino también para mantener el equilibrio ecológico de la región. En un mundo donde los humedales desaparecen a un ritmo alarmante, estas lagunas nos recuerdan la importancia de proteger lo que aún queda. Baena, con su rico patrimonio natural, tiene la oportunidad de convertirse en un referente en la conservación de humedales. Las lagunas de la Campiña no son solo un legado del pasado, sino una esperanza para el futuro. Su protección es tarea de todos para asegurar que estas joyas naturales sigan brillando en el corazón de Córdoba.


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