Una vez llegado el invierno, cuando el manto blanco sepulta algunas de los puntos más gélidos de la geografía turca, cientos de locales y turistas dirigen sus miradas hacia el Expreso del Este. Al abrigo de sus vagones, con todo tipo de comodidades, los pasajeros disfrutan de los bellos escenarios moldeados por la textura, las formas y el color de la nieve. Recorre cerca de 1.310 kilómetros en unas 26 horas, descubriendo paisajes entre las ciudades de Ankara y Kars.