De las experiencias más agradables que puede ofrecer Menorca al visitante, un viaje gastronómico es, sin lugar a dudas, una de ellas. Productos artesanales, una elaboración hecha a conciencia respetando la tradición y la apuesta por aportar ese sello ‘made in Menorca’. En 2019 se hizo público que la isla sería declarada Región Gastronómica Europea 2022, como constatación de que Menorca es un destino de referencia para los amantes de la buena cocina.
La oferta gastronómica es un reclamo imprescindible para muchos viajeros a la hora de elegir destino. Al amplio abanico de atractivos que puede ofrecer Menorca, la cocina es un valor fundamental con el que contar. Unas condiciones geográficas y climatológicas únicas; una comunidad local comprometida con su producto, fiel a su origen y la sencillez de su esencia; o el respeto a la temporalidad y los ciclos de los alimentos, son algunos de los factores determinantes que hacen de la gastronomía menorquina algo único.
Como único es su queso de Mahón. Galardonado y reconocido en infinidad de concursos, este producto representa a la perfección a la isla. Su aroma, su sabor, su textura reconocible sólo se puede conseguir en esta isla. Gracias al pasto salado por el viento y el sol del Mediterráneo, las vacas producen una leche inimitable, que junto al respeto por la forma artesanal de elaboración, se consigue un producto que, tomes donde lo tomes, siempre te recordará a Menorca. Ya sea con leche pasteurizada (Queso Mahón-Menorca) o con leche cruda (Queso Mahón-Menorca Artesano), este manjar cuenta con la Denominación de Origen Protegida desde 1985.
Disfrutar de este queso con un vino de la tierra es una garantía de éxito asegurada. El ‘Vi de la Terra Illa de Menorca’ tiene un legado cuanto menos apasionante. Desde tiempos de la Reconquista, pasando por la dominación inglesa del siglo XVIII, hasta las terribles plagas que destrozaron los viñedos en el XIX. No fue hasta finales del siglo XX que se potenció este producto poniéndolo en valor con diversas variedades de tinto y blanco, en las que se aprecia ese toque, ese sabor reconocible. Variedades como Malvasía, cultivada en la zona del Parque Natural de la Albufera des Grau, son algunas de las ‘joyas’ que los amantes de la enología se encuentran cuando visitan Menorca.
No sólo el vino y el queso son emblemas de la cocina menorquina. Su aceite, de origen ancestral (siglo II a.C), pone de manifiesto la importancia de este alimento para la gastronomía de la isla. Un aceite virgen extra de sabor intenso, de variedades como la arbequina, picual y cornicabra. Ni que decir tiene la sobrasada, embutido elaborado con cerdo menorquín, con un rojo brillante y unas condiciones de conservación únicas que lo convierten en un manjar espectacular y base de múltiples creaciones culinarias.
Hay también, un tesoro que florece en Menorca: su azafrán. Considerado por muchos expertos el mejor del mundo, este ’oro rojo’ florece en noviembre y tras 25 días, se recolectan para extraer sus pistilos y obtener una especia que no sólo da un sabor inconfundible a los platos, sino que también tiene, entre otras, propiedades antioxidantes, antidepresivas, anticancerígenas, antienvejecimiento, protector cardiovascular, digestivo, tonificante del sistema nervioso...
La experiencia de sentarse a la mesa en Menorca para disfrutar de elaboraciones y propuestas con estos productos como base, regalaran un recuerdo imborrable al comensal y una certeza... ¡Menorca está para comérsela!
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