Un viaje por Cáceres, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, representa, siempre, un placer de reencuentro con una ciudad de extraordinaria conformación medieval, en cita con la historia, cuajada de monumentalidad y de hondura histórico-artística. Y es que Cáceres se abre a los vientos de su identidad medieval, con un casco intramuros que es todo un lujo.
Una ciudad en la que hay una serie de restaurantes que cuidan con mimo y con generosidad la cocina típica popular, con una gran variedad de platos típicos, que se pueden degustar acompañados, siempre, de buenos caldos. Una cocina basada en el mundo rural, de exquisita fama y prestigio, que hoy se expande por buenos figones, fogones y restaurantes.
Una buena forma de viajar a una ciudad como Cáceres, una de las quince ciudades Patrimonio de la Humanidad que hay en España, es hacerlo, al tiempo, ahondando por sus exquisitas y deliciosas muestras culinarias de una gastronomía típica.
Una cocina que se distingue, entre otros aspectos, además de por su monumentalidad, por una amplia muestra gastronómica popular. A caballo entre las buenas carnes de la cabaña ganadera de cerda, vacuna, ovina y caprina, criados en la amplitud de la geografía cacereña, los productos de una fecunda y variada huerta,unos postres caseros de rico sabor, y unos buenos vinos.
Piara de cerdos ibéricos pastando en una dehesa cacereña.
Hoy vamos a detenernos en la prueba de cerdo ibérico, que pasta en las dehesas cacereñas, entre bellotas, y que es el referente más señalado de la cocina típica regional.
La prueba de cerdo tiene su origen y procedencia en las matanzas, de ritual histórico, que se llevaban a cabo en plan casero, que representaba una jornada de fiesta entre cantos y bailes del folklore provincial, siempre tan añorada por todos, con el sacrificio de un marrano, y que se elabora de modo permanente en cocinas y fogones en base a las recetas y esencias de las mujeres más mayores, a través de un amplio proceso generacional, de larga tradición en el campo y en los pueblos.
Un día muy esperado por todos, el de aquellas frías mañanas invernales extremeñas, con un ambiente que emanaba aire de fiesta, y en las que desde bien temprano ya se pregonaba un trasiego especial en la casa de la matanza. Tras un desayuno con migas, ya comienza a desparramarse por el lugar matancero un olor a anís y a perrunillas, que se iba mezclando, paulatinamente, con el de ajo, pimentón, la hoguera en el corral y la chiquillería curioseando y correteando, incansable…
La conformación de la tradicional prueba suponía un pequeño descanso en las duras tareas de la matanza, con las mujeres lavando las tripas y llenándolas, atando los embutidos y picándolos para que no quedase aire en su interior, mientras los hombres despiezaban, dándole de modo permanente a la máquina de picar y colgando los productos, ya preparados, con la horquilla de madera en las vigas correspondientes.
La carne de prueba de cerdo es la que ya se ha picado, sazonado y guisado y que hay que catar por si necesita algún condimento antes de ser embutida y metida en la tripa, camino de convertirse en chorizo. De esa prueba de la cata nos llega el nombre. Un guiso extraordinariamente popular, casero, de elaboración artesanal en la región extremeña.
Cáceres es una tierra de aperitivos. La hora del tapeo, entre la una y las tres o las tres y media de la tarde, la ciudad se convulsiona con sus gentes trasegando por entre bares y cafeterías para adentrarse en un ambiente de compañeros y amigos, de tertulia y de cháchara. Una hora sagrada para echar una parrafada, pegar la hebra, darle a la húmeda y hacerse eco de todo tipo de rumores, comentarios y noticias que circulan por el boca a boca ciudadano… Y bien acodados en las barras o sentados en torno a las mesas disfrutar de ese tiempo y concitar una serie de conversaciones en torno a todo aquello que surja.
Bien es cierto que con el vino, con la cerveza, con el vermut, los camareros suelen presentar una tapa acompañando a la bebida. Torrezno, callos, mollejas, aceitunas aliñadas, carne guisada… Pero si los reunidos quieren solicitar una buena ración para despacharse a gusto disponen de un amplio recetario.
Aunque en ese muestrario de platos típicos, para salir del paso y alargar la reunión, la más conocida y divulgada, y probablemente la más apetitosa, sea la prueba de cerdo. Que ya se sabe que del cerdo se come y aprovecha todo. Señalemos que se trata de un verdadero manjar.
AQUÍ ESTAN LOS INGREDIENTES (Para 4 personas)
Los ingredientes:
Aceite de Sierra de Gata, pimentón de la Vera, vino de pitarra de Cilleros, ajos, sal y orégano cogido en la Sierra de San Pedro
MANOS A LA OBRA
La carne debidamente adobada.
Una vez limpiada, cortada y partida la carne del cerdo, se coloca la misma en un plato. Al mismo tiempo se machacan los ajos en el mortero y la sal. Posteriormente se añade el vino blanco a la carne, se riega con el aceite, se vuelca el pimentón y se hace una amplia mezcla, a base de bien, hasta que la carne se encuentre debidamente impregnada y envuelta en el mismo, permaneciendo durante diez o doce horas como mínimo con el adobo en maceración.
La prueba en su punto para ser degustada por los comensales.
Se pone la sartén a fuego fuerte y cuando ya esté caliente se vuelca toda la carne en la misma, que se va cociendo paulatinamente, mientras se va removiendo hasta que se encuentre hecha. Poco antes de sacarla de la sartén, tras un tiempo de cocción de unos treinta minutos, se le añade el orégano… Y de este modo ya tenemos elaborada la prueba de cerdo. Una sorpresa y una maravilla de la cocina cacereña.
OTRAS RECOMENDACIONES:
Se puede acompañar, preferentemente, con vino de pitarra, asimismo de la provincia de Cáceres, como el que se elabora en las localidades de Montánchez, Cilleros, Cañamero. Lo que no obsta para que cualquier vino tinto, por ejemplo de la bodega Granadas Coronadas, en Herguijuela, resulte un excelente compañero de viaje para esta degustación.
Del mismo modo es recomendable un buen pan candeal para untar. Un sabor, el del pan con la grasilla salpimentada, verdaderamente deliciosa.
Así, pues, que aproveche, amigo lector, este extraordinario y siempre suculento plato de la Prueba de Cerdo. Mejor, si te parece, con mayúsculas. Todo un manjar de la cocina extremeña de siempre.
Fotografías: Portal Oficial de Turismo de Cáceres y Jimena Ruiz
Me ha venido a la memoria mi infancia cuando en casa cada año se hacía La Matanza, qué día de frío pero que entrañable era todo y como se suele decir, entre col y col ..lechuga y allí entre trabajo y trabajo había café calentito , migas , torreznos y la es esperada prueba de cerdo para dar el visto bueno an tes de embuchar..inolvidable día.Gracias Juan por traerlo a mí memoria
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