​Fuerte la Latte, un impresionante castillo en la Costa Esmeralda bretona

Nos acercamos al noroeste de Francia para pasear por tierras bretonas, un punto del planeta donde el espíritu celta aún sobrevuela el ambiente. Estamos en un lugar de enérgica naturaleza bañada por el Atlántico. Bretaña posee una fuerza especial y mucha personalidad. Sus gentes se sienten orgullosas de las tradiciones y costumbres de este territorio repleto de historia. 

En el norte de Bretaña nos encontramos con la impetuosa y bella Costa Esmeralda, nombre que recibe por la tonalidad de las aguas del océano en este punto del país galo. Es aquí donde vamos a conocer a nuestro protagonista: el fuerte la Latte, una de las grandes atracciones de este rincón de Francia. 

Esta fortaleza, situada a menos de 40 kilómetros de Saint Malo, data del siglo XIV y fue construida para defender el territorio de posibles invasiones de los vecinos ingleses. Está junto al mar sobre una gran roca de unos 60 metros de altura. Su situación, abrazada por acantilados, es absolutamente estratégica y segura, circunstancia que se refuerza con la gran y sólida muralla que rodea al fuerte. 

Con el paso del tiempo, como sucede que con casi todas las fortalezas históricas, fue perdiendo su carácter defensivo y pasó a ser residencia de propietarios privados en el siglo XIX. Su torre del homenaje es especialmente impresionante. 

Fuerte la Latte está abierto al público y puede visitarse casi al completo –excepto unas pocas estancias-. Si recorremos la fortaleza vamos a encontrarnos con los elementos más esenciales y característicos de la arquitectura militar: puentes levadizos, cañones, mazmorras, caseta fortificada, capilla… Pero, sin duda, serán las espectaculares vistas desde lo alto las que nos dejen sin aliento. 

Muy cerca del fuerte, a tan solo cuatro kilómetros, se encuentra otro de los lugares de visita imprescindible en este punto de Bretaña. Hablamos del cabo Fréhel, un paraje natural protegido formado por una serie de altos acantilados de arenisca que se adentran en un mar enérgico y bello. 

Fréhel es una importante reserva ornitológica, ya que es el hábitat ideal para numerosas especies de aves. Además, en los meses más cálidos del año, desde inicios de la primavera a mediados del otoño, los acantilados se ven alfombrados de plantas silvestres que les proporcionan un juego de colores impresionante.