El desierto de Erg Chebbi

Viajar a Marruecos y no hacer un road trip hasta el desierto de Erg Chebbi es dejarse una parte importante de Marruecos. Erg Chebbi, sin duda, es uno de los lugares más bellos de Marruecos. Desde que cruzas el Atlas para meterte en las puertas del desierto, vas recorriendo diferentes tipos de desiertos hasta llegar a este desierto de dunas -Erg es la denominación que se les da a los desiertos de dunas-.

Describir Erg Chebbi es complicado, hay que vivirlo para entenderlo. Erg Chebbi tiene una longitud de unos 30 kilómetros de largo y una anchura de 8 kilómetros. Es pequeño, pero su belleza es indescriptible.

Sumergirse en él a lomos de un dromedario y adentrarse en su mar de dunas es una experiencia única que se tiene que vivir. El desierto te invade con su silencio y te conecta con la profundidad de tu ser. Los colores de las dunas van cambiando a la vez que el sol va bajando, de naranjas suaves a naranjas más intensos. Sinceramente, faltan palabras para poder describirlo. 

Alrededor del Erg Chebbi hay miles de albergues y de campamentos donde pasar la noche. Hasta hace escasos meses, muchos de los campamentos estaban en el interior del desierto de dunas, pero el mes de marzo entró en vigor una normativa y se quitaron todos estos campamentos, instalándose en los márgenes de las dunas. Una decisión que personalmente me parece muy acertada para conservar esa joya, ya que se estaba generando mucha basura y mucho tráfico de 4x4 y quads, haciendo que los animales autóctonos de la zona desaparecieran, como el zorro del desierto, un animalito del color de las dunas con unas orejas muy grandes y puntiagudas. 

Cuando llega la noche la magia le envuelve a uno, tanto si hay luna llena como si no hay luna. La noche invade el desierto y los tambores empiezan a sonar, los fuegos empiezan a surgir en los campamentos y la música tribal invade el espacio por un rato. 

Llegar al desierto desde Marrakech o Fez es largo, pero es algo que uno tiene que hacer sin dudarlo.Dentro de las dunas se pueden encontrar oasis como, por ejemplo, el de Yamma el Fna, como lo llama la gente local. Es impresionante llegar y encontrarse una explanada de césped verde y una colonia enorme de gatos, a los que los chicos del desierto se encargan de llevarles comida. Existen otros oasis como el de Obira, de gran belleza también y situado justo detrás de la gran duna -200 metros de altitud-. 

La mejor época para visitar el desierto es durante los meses de septiembre, octubre, noviembre, enero, febrero y marzo. En abril y mayo se pueden encontrar muchas tormentas de arena, y en junio, Julio y agosto no es recomendable acercarse por las altas temperaturas que pueden alcanzar los 50 grados. 

Durante los meses de verano se realizan los baños de arena, que consisten en enterrarse en las arenas del desierto, a unas temperaturas de 80 grados, durante unos minutos. Muchos marroquíes se desplazan desde sus ciudades para realizar estos baños de arena. Cuentan que es un remedio muy eficaz para la artrosis. 

La idiosincrasia del hombre del desierto es otra: son tranquilos, amables, dulces, ellos son amazigh, no árabes, pero de esto ya hablaremos en otra ocasión. 

Las faldas del desierto están presididas por dos pequeños pueblos, Merzouga y Hassied labied, donde se puede pasear tranquilamente por su palmeral y tomar un café. 

El desierto de Erg Chebbi es un destino de visita imprescindible si nos encontramos en Marruecos.

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Si quieres conocer más detalles sobre Marruecos, puedes dirigirte a la página de nuestra colaboradora especialista en este país, Susana Álvarez: descubriendomarruecos.com

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