Marruecos es único en el arte del regateo. Lo primero que uno tiene que hacer es entender que es un juego y los marroquíes saben jugar muy bien, lo hacen cada día durante muchas horas y con turistas de diferentes nacionalidades. El regateo apasiona a unos y frustra a otros muchos. En Europa estamos habituados a que los precios estén marcados y no a pactarlos. Esto hace que en realidad uno no tenga ni idea de cuál es el valor real de lo que quiere comprar.
Una de las cosas más importantes es tener paciencia y, como dicen ellos: ‘prisa mata, amigo’, -para lo que les interesa, claro-. A partir de aquí empieza el juego. Lo primero es que uno no debe de mostrar el producto por el que está interesado, debe de marear al vendedor. Vamos a poner un ejemplo: estamos en un bazar en el que venden un poco de todo y realmente nos interesa un collar bereber de plata que es precioso. En ese caso, no vamos a mostrar ningún interés por el collar, vamos a marearle con precios de otros productos, hasta que nos decidimos a preguntar por el collar.
- ¿Cuánto cuesta el collar? –pregunta una turista-
- Amiga, este collar cuesta 600 dirhams (60 euros) –es la primero opción que da el vendedor local-
- Uf, muy caro. Te doy por él 200 dirhams -del precio que ellos nos den siempre hay que restar la mitad o menos-
- No puede ser amiga. Precio es 600 dh, más barato que en El Corte Inglés –insiste el vendedor local-
- Vale, vale… -la turista hace el amago de irse-
- Amiga, ¿cuánto tú quieres pagar por él?
- Ya te lo he dicho: máximo 200 dirhams.
- No puede ser, amiga. Plata buena, trabajo de las montañas del Atlas. Vale, dame 400 dirhams.
Llegados a este punto es importante que la turista continúe teniendo en su cabeza que el precio que quiere pagar es de 200 a 300 dirhams, ya que él ha bajado 200 dirhams de golpe.
- Me encantaría pagarte 400 dirhams. El collar es precioso pero realmente no lo necesito.
- Amiga, no lo vas a encontrar más barato. ¿Dime cuánto quieres pagar?
- Mira… 250 dh es lo máximo que puedo gastarme.
- ¡Dame 350 dh y es tuyo!
- De verdad que no me puedo gastar más de 250 dh. –la turista vuelve a hacer el amago de irse-
- Vale, vale… Primera compra del día. Tú tienes suerte. ¡300 dh y es tuyo!
- ¿300 dh? Uf, no sé, no sé… 280 dh.
- 300 dh y de regalo esta pulsera.
- ¡Vale, 300 dh!
En este momento es interesante cerrar la negociación con un apretón de manos. Hay negociaciones que pueden llegar a durar horas, sobre todo cuando la gente quiere comprar alfombras, antigüedades y piezas grandes. Pero, entonces, estamos hablando de otros valores. Otra cosa importante que debéis saber es el tema de la comisión. Si vais solos a comprar nadie se lleva la comisión, pero si vais con un guía, normalmente él se lleva una parte importante de lo que tú pagas. No os vais a dar ni cuenta, pero entre vendedor y guía existe una comunicación implícita aunque no se conozcan de nada.
Los marroquíes son exageradamente pícaros y diestros con este arte. Ellos saben perfectamente cómo venderle la misma pieza a un francés, a un japonés y a un español, y os aseguro que el precio que le van a sacar a cada uno va a ser totalmente diferente. Desde el momento en el que os paráis en sus bazares, os van a medir en función de la cámara que lleváis, de vuestra nacionalidad, etc.
Disfrutad del regateo, es puro teatro y vosotros sois participantes activos de ese teatro. ¡Ánimo!
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Si quieres conocer más detalles sobre Marruecos, puedes dirigirte a la página de nuestra colaboradora especialista en este país, Susana Álvarez: descubriendomarruecos.com
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