Las islas Gambier conforman el archipiélago más remoto, menos poblado y más virgen de las islas de Tahití. Los lugareños han preservado en este recóndito paraíso su modo de vida tradicional y su patrimonio natural. Entre sus tesoros culturales se encuentra, por ejemplo, la imponente catedral de San Miguel, construida con bloques de coral y decorada con nácar y perlas. Además, aquí se cultivan las perlas más cotizadas del mundo.
El paraíso existe y, sin duda, Tahití es su máximo exponente sobre la Tierra, con un clima cálido durante todo el año, una tradición cultural excelentemente preservada y un entorno de película, flanqueado por arrecifes de coral, una exuberante vegetación tropical y aguas con un sinfín de tonalidades azules. Conecta con la fragancia de sus flores, la hospitalidad de sus habitantes, el espíritu local, su biodiversidad marina y su rica y variada gastronomía.
Conocida como la isla romántica, este lugar paradisíaco seduce al viajero con la belleza de su riqueza natural y con la amabilidad de sus gentes sonrientes. Estamos en uno de los destinos más deseados de la Polinesia francesa.