Cristina, abogada de profesión, es hipoacúsica y confiesa que desde pequeña ha aprendido a vivir en equilibrio entre dos mundos: el de las voces difusas y el de los oyentes. Por su parte, Sergio es un ingeniero informático consciente de las dificultades y discriminación que sufren las personas con discapacidad sensorial. Ambos sabían que su gran pasión por los viajes debía perseguir un objetivo: romper las barreras que limitan a las personas sordas y reclamar un mundo más inclusivo.