La Navidad ya está de nuevo aquí. Una época de alegría, de disfrutar junto a la familia y los amigos, y también unas fechas en las que regalar. En este sentido, los viajes se sitúan en estas fechas como el cuarto regalo más consumido por los españoles, solo superado por los tradicionales juguetes infantiles, la ropa y la alimentación, y por delante de la tecnología, según datos de Deloitte.
Las últimas cifras recogidas por la plataforma online de viajes sorpresa Flykube señalan que especialmente los menores de 35 años son los que se decantan por esta nueva tendencia a la hora de planificar sus regalos navideños. Sergi Vila, fundador y director ejecutivo de marketing de la empresa, señala que “tal y como sucede en otros sectores de gran consumo, los jóvenes prefieren experiencias a objetos materiales tanto para su consumo propio como a la hora de regalar, ya que buscan sensaciones que se prolonguen en el tiempo y que no se agoten con su uso”.
En estas fechas previas a la Navidad, el portal ha registrado un significativo aumento tanto en las visitas al portal como en las reservas de paquetes vacacionales de corta duración, precio reducido y con destino sorpresa, un regalo perfecto en contenido y presupuesto para familiares o amigos. Según Vila, “hemos notado una especial demanda en viajes de dos o tres noches en clientes que viajan en pareja, en familia o con amigos, y que en su mayoría no superan los 40 años”.
Para adecuarse a las altas expectativas de sus viajeros, la plataforma referente en España en viajes con destino y fecha sorpresa resalta algunas capitales europeas que se pueden ‘regalar’ estas Navidades por menos de 100 euros. “Sin duda, alguna de las estancias en estas mágicas ciudades del Viejo Continente en hoteles de tres o cuatro estrellas europeas puede inspirar al más inquieto viajero para sorprender en Navidad a esa persona o personas especial”, mantiene Vila.
Ámsterdam: noches oscuras, luces de cuentos de hadas, pubs acogedores… todo lo que tiene que ver con la capital holandesa y el invierno es verdaderamente ‘gezellig’. Esta palabra que no tiene una traducción literal al español, y sin embargo está en el corazón de la cultura holandesa, combina matices como acogedor, confortable, amigable y relajante. Dicen los expertos que Ámsterdam es impresionante cuando nieva. Imposiblemente hermosa en las peores condiciones climáticas, los copos de nieve transforman la ciudad en una felicitación de navidad viviente – y en un escenario increíblemente romántico para visitar. Si busca las condiciones óptimas para hacer muñecos de nieve, le recomendamos los grandes parques como el Vondelpark o el Westerpark, que le ofrecen extensiones ininterrumpidas de materia blanca a la espera de ser convertida en bolas de nieve.
Budapest: los días fríos, grises y las temperaturas gélidas le dan a la capital de Hungría un aire solitario, como si estuviéramos dentro de un cuento de invierno. Ir a un baño termal de noche y en esta época del año es una de las experiencias más alucinantes que hay. Sumergirte en las piscinas al aire libre (templadas o directamente calientes) y ver las estrellas en el cielo es una cosa que definitivamente hay que hacer antes de morir. Además, el Danubio es el protagonista de gran parte de los eventos en invierno, aunque el sello de Buda y Pest sigue indemne.
Copenhague: comida, atractivos turísticos, personas agradables y lugares tan tranquilos que por momentos no parece ser una de las ciudades más importantes del norte de Europa. Éstas son algunas de las razones que hacen que esta mítica ciudad sea una de las opciones perfectas para visitar en invierno. Copenhague es una ciudad pequeña, fácil de recorrer y por suerte con buenos bares y excelente gastronomía, por lo que si el mal tiempo es un problema siempre habrá lugares donde refugiarse.
Dublín: viajar en invierno a la capital irlandesa es ideal porque la calidez de sus habitantes es capaz de derretir hasta el hielo más frío del mundo. Y si no lo consiguen ellos, lo hará la calidez de sus pubs. Y es que aunque, monumentalmente hablando, la capital irlandesa no se puede considerar una de las ciudades más bellas de Europa, sí que es una de las que tiene más alma.
Praga: acercarse a la plaza de la Ciudad Vieja a través de un nevado y ahora solitario puente de Carlos es algo simplemente imborrable. Romántica, cubierta de nieve y espectacular. Así es Praga durante el invierno. Una vez se ha contemplado el espectáculo que ofrece cada día uno de los relojes más bonitos del mundo, el reloj astronómico, no se puede dejar de subir a la torre del Antiguo Ayuntamiento para alucinar con las vistas mágicas de los tejados de esta espectacular ciudad ahora cubiertos de blanco.
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