Este viaje es de largo recorrido. Nos acercamos al país de los maoríes, los kiwis y el rugby. Hablamos de Nueva Zelanda, una tierra que fue vista por primera vez por el navegante holandés Abel Tasman, aunque ante la hostilidad de algunos nativos parece que no se animó a adentrarse en aquel punto del planeta.
Más tarde, a mediados del siglo XVIII, el famoso capitán Cook, navegante intrépido, también divisó el archipiélago. Éste no se lo pensó dos veces y reclamó la totalidad de aquel territorio para la corona británica.
Nueva Zelanda es un país pequeño y su tamaño nos da cierta ventaja porque no necesitaremos mucho tiempo para desplazarnos por él de una ciudad a otra. Sus habitantes son muy amables y siempre dispuestos a ayudar al viajero. Además, podremos recorrerlo tranquilos porque es un lugar muy seguro.
Estamos en el destino ideal para todos aquellos que quieren experimentar una nueva cultura, que adoran la naturaleza y que buscan nuevas experiencias y aventuras. Es la tierra de los mil paisajes y todos ellos nos dejarán boquiabiertos: selvas tropicales, impactantes montañas, volcanes, playas de postal… Quizás por toda esta belleza natural Peter Jackson escogió Nueva Zelanda como escenario de la versión cinematográfica de la obra de Tolkien, El señor de los anillos.
Los primeros pobladores
Antes de adentrarnos en este territorio desbordante de vida y belleza, es interesante saber que los primeros pobladores, maoríes pertenecientes a la raza polinesia del Pacífico, eran conocidos como “cazadores de moas”. Los moas eran unas antiguas aves, de gran tamaño y no voladoras, que acabaron extinguiéndose, al parecer por el exceso de caza de aquellos primeros habitantes y porque este ave alcanzaba muy tarde su madurez reproductiva.
Los maoríes dejaron de estar solos cuando llegaron los europeos a la isla, quienes describieron a los habitantes de esta tierra como guerreros feroces que combatían entre tribus y sometían a los vencidos o incluso se los comían. Pero que nadie se asuste, porque esto ya es historia. Los neozelandeses actuales son personas muy amables y nos ofrecerán una cálida bienvenida.
Aún diremos más: la gran mayoría de los kiwis, que es como se denominan los neozelandeses, se saludan entre ellos juntando su nariz y su frente con los ojos cerrados, resultando una expresión social muy simpática. Este saludo tradicional maorí se llama “hongi”.
Ciudades
Wellington, la capital, es una pequeña y preciosa ciudad en la que sus habitantes viven en un gran balcón con vistas al mar. Ubicada en el extremo sur de la Isla Norte, entre su puerto y verdes colinas, esta ciudad es conocida por su arte y su cultura, ofreciendo al viajero una amplia variedad de museos, galerías artísticas y espectáculos teatrales.
Los más deportistas también están de suerte, ya que en esta ciudad encontrarán todo tipo de actividades con mucha acción, como ciclismo de montaña o navegación en kayak, entre otras.
Por su parte, Auckland es el punto más cosmopolita de Nueva Zelanda. Es la ciudad más grande y el centro comercial con mayor oferta lúdica del país. La ciudad posee una buena red de transportes y gran oferta de tiendas, restaurantes, cafés y una animada vida nocturna a tan sólo media hora de magníficas playas y pequeñas islas con mucha magia. El surf es uno de los deportes más practicados por esta zona.
También es conocida por su buena gastronomía y por los cuatros distritos del vino, donde se pueden degustar gran variedad de vinos locales.
El Parque Nacional de Aoraki
Si queremos encontrarnos con los glaciares más largos y las montañas más altas sólo hemos de acercarnos al Parque Nacional Monte Cook, también conocido como Parque Nacional Aoraki. Precisamente aquí se encuentra el Monte Cook, la montaña más alta de Nueva Zelanda, en la que el mítico alpinista neozelandés Sir Edmund Hillary se preparó para finalmente conseguir conquistar el Everest junto al sherpa Tenzing Norgay, a quien también se ha de reconocer un enorme mérito en esta proeza.
El Parque Nacional Aoraki es también Reserva Internacional de Cielos Oscuros, aquellos cielos a los que no llega la contaminación lumínica. Desde este impactante lugar se pueden observar desde la Aurora Australis hasta las Nubes de Magallanes o la Estrella del Sur. De hecho, a lo largo del mes de octubre este punto de Nueva Zelanda celebra el Starlight Festival, cuyo objetivo es la divulgación astronómica.
Los "maraes"
Un “marae” es la sede de las reuniones y centro social de los maoríes. Son complejos formados por casas típicas a los que también se puede acceder para descansar, probar los platos más tradicionales de la gastronomía kiwi o, simplemente, realizar una visita para conocer más sobre esta interesante cultura.
Los nuevos visitantes son recibidos con una tradicional ceremonia de bienvenida que los convierte simbólicamente en habitantes de la tribu.
Un buen partido de rugby
No nos vamos de Nueva Zelanda sin asistir a un partido del deporte nacional: el rugby. Es un auténtico espectáculo ver compitiendo a las selecciones de Nueva Zelanda y Australia, ya que son eternos rivales.
Los All Blacks, el equipo local, bailan una enérgica danza al inicio de cada partido. Se trata de una danza ancestral maorí llamada Haka, con la que intentan intimidar al contrario a través de movimientos contundentes, gritos y golpes contra sus propios cuerpos.
Los All Blacks han sido galardonados con el prestigioso Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2017, el máximo reconocimiento español al deporte. Con él se premian sus éxitos deportivos y grandes valores como la solidaridad y la deportividad que han mostrado a lo largo de su trayectoria.
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