El otoño granadino: Cinco lugares para disfrutar de la magia nazarí

Recientemente, el prestigioso diario The Times recomendó Granada como uno de los siete lugares de parada obligatoria este otoño por sus maravillosos enclaves históricos. La caída de las hojas es uno de los períodos del año que mejor sienta a la ciudad.

El otoño es una época en la que los colores cambian y vuelven sabores y olores propios de una estación que embarca a muchos viajeros a querer descubrirlos. Sin duda, también es un momento en el que realizar breves escapadas que devuelven las energías a quienes aún se resisten a abandonar los días cálidos que deja el verano.

Granada es uno de esos destinos que apetece conocer por las magníficas estampas que se extraen desde el Albaicín, el frescor que se desprende de los árboles que jalonan el Generalife y los románticos paseos desde la orilla del Darro y el Paseo de los Tristes. El toque musical lo ponen los espectáculos flamencos del Sacromonte y sus calles.

La primera parada se produce en La Alpujarra, en concreto, en uno de los municipios más pintorescos e interesantes de la provincia, La Taha. De él, con poco más de 700 habitantes, llaman la atención sus rutas senderistas que transcurren por una de las laderas de Sierra Nevada que comprende los ríos Trevélez, Poqueira y los barrancos Bermejo y de la Sangre. La Taha es, además, Reserva de la Biosfera, y se encuentra dentro del Parque Nacional de Sierra Nevada.

El otoño, con su pincel, dibuja paisajes de insuperable belleza en la segunda de las visitas que puede realizar el viajero hasta los puentes colgantes de la ruta de los Cahorros (Monachil), uno de los lugares más espléndidos de la provincia pero desconocido para muchos. Pueden ser una gran opción para dar un largo paseo con toda la familia.

Otro de los rincones que enamora dentro de la ciudad es el barrio del Albaicín que en 1994 fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad gracias al trazado de sus callejuelas y a la arquitectura tan singular de sus casas. Aquí se ubica la Casa de Zafra de arquitectura árabe y el Aljibe del Rey, el mayor pozo histórico de la ciudad. El Mirador de la Cruz de Rauda es el lugar desde el que se obtienen las mejores vistas de este barrio y que alberga un antiguo cementerio judío del siglo XIII. Y desde el Mirador de la Lona vistas del centro histórico y de la ciudad moderna, la Catedral, el Monasterio de San Jerónimo, la calle Elvira, las Facultades o la Avenida de la Constitución.

La cuarta parada encierra en el mundo de los sueños al viajero: las playas que conforman la denominada Costa Tropical. El mes de septiembre suele ser aún bastante cálido y sigue atrayendo gente, sobre todo los fines de semana a las playas de Almuñécar, Salobreña, La Herradura y otras más pequeñas del litoral granadino.

La quinta y última parada del viaje está en uno de los escenarios probablemente más desconocidos para el viajero dado que se encuentra bajo tierra. Desde hace años, arqueólogos e historiadores, entre otros expertos, organizan rutas por el subsuelo granadino que incluyen recorridos por los Cármenes (palacetes) del Albaicín o el río Darro, la calle Reyes Católicos y donde reposan cinco puentes árabes hasta ahora desconocidos. De hecho, debajo del Sacromonte se encontraron los llamados Libros Plúmbeos, 22 láminas de plomo grabado también conocidas como el quinto evangelio.

Sin duda, la provincia está llena de esos lugares por los que pasear en esta época del año y con los que alegrar la vista mientras se respira aire puro. Se trata de una extensa paleta de tonalidades que viste las calles y edificios más representativos y que se completa con un extenso conjunto de recursos artísticos, patrimoniales y culturales que tienen la particularidad de poder visitarse durante los 365 días del año.