El sencillo encanto de Argel

Es la capital administrativa, económica y cultural de Argelia. Su población de más de dos millones de habitantes crece hasta más de cinco millones con su área metropolitana
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Al iniciar la maniobra de acercamiento al aeropuerto penetra en nuestra mente la inmensa bahía de Argel. Brilla la superficie del agua por la acción generosa del sol. Los barcos parecen carecer de interés en moverse por la superficie de plata abrigada por los extremos protectores de ese arco de mar.

Hércules estaría orgulloso de la ciudad que fundara, según la leyenda. Algo especial ofrecerá si un portentoso héroe la apadrinó. Los primeros que lo apreciaron fueron los fenicios, que fundaron la colonia de Ikosim para comerciar, practicar reparaciones y beneficiarse de su protección.

Gran Mezquita Djamaa el Djazaïr

Gran Mezquita Djamaa el Djazaïr

En el camino hacia la ciudad por una moderna carretera impresiona el tamaño de la Gran Mezquita Djamaa el Djazaïr construida entre 2012 y 2019 con un coste de mil millones de dólares. No cuenta con demasiadas simpatías entre los locales que consideraron un despilfarro su construcción, su alminar de 265 metros, el más alto del mundo, su sala de oración, su patio y sus estancias para albergar ciento veinte mil fieles. Hubieran preferido más inversión en escuelas y hospitales.

DSC 0826 Monumento a los Martires

Monumento a los Mártires (al fondo de la imagen) - Imagen de C. Díaz Marquina

En el horizonte, sobre una colina, se perfila el Monumento a los Mártires que lucharon por la independencia obtenida en 1962. Es otro de los símbolos modernos de la ciudad.Sus tres hojas de palmera de hormigón albergan la llama eterna que recuerda ese tránsito en la historia de Argelia.

El nombre de la ciudad, Al-Ŷazā'ir, las islas, procede de tres islotes que se alzaban frente a su costa y que hoy forman parte del puerto. Junto al mar se originó la ciudad que posteriormente fue trepando por la colina derramando sobre la misma un caserío blanco que absorbe la atención de forma inmediata. El actual centro de Argel se despliega con la amistad del Mediterráneo. Su paseo marítimo deleitará a los visitantes.

El final de la Reconquista castellana y la toma del Reino Nazarí de Granada desplazó a muchos mudéjares de al-Ándalus a esta orilla del mar. Argel y la costa norteafricana eran la base de la piratería que ponía en jaque el comercio y la protección del sur de la península. El Cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo y canciller mayor de Castilla, aconsejó ocupar varios enclaves en la zona para consolidar sus intereses mercantiles. Pedro Navarro, que mantenía una mala relación con el Cardenal, fue el encargado de tomar Bugía y establecer un puesto militar en Argel en 1510.

DSC 0831 Faro del Peñon de Argel

Faro sobre el Peñón de Argel - Imagen de C. Díaz Marquina

La posición de los españoles fue inestable y fueron expulsados con la colaboración de los otomanos y los hermanos Barbarroja.El intento de Carlos V por recuperar la plaza en 1541, la denominada Jornada de Argel, acabó en un desastre. Durante tres siglos el dominio perteneció a los otomanos. Desde lo alto sitúo el faro sobre el Peñón de Argel, donde estuvo el destacamento español. Es de 1544, ya en tiempos de los turcos.

Otro ilustre “visitante” español pasó cinco años de infortunios en la ciudad. Miguel de Cervantes sufrió cautiverio, intentó fugarse cuatro veces, fue traicionado otras tantas y consiguió pagar su rescate con la mediación de los Trinitarios, los especialistas de la época en retornar cautivos. Aquella estancia forzada entre 1575 y 1580 marcó su vida y su obra, reflejada en El trato de Argel, Los baños de Argel o El gallardo español.

La ciudad moderna es de clara inspiración europea. Al elevar la vista en calles y avenidas se aprecia el toque francés o parisino. Es una huella hermosa de los 132 años de presencia francesa.Al obtener la independencia, los nombres de las calles en honor a personajes franceses fueron sustituidos por los de héroes de la liberación. El edificio de Correos es un buen ejemplo de ese estilo de fusión entre Oriente y Occidente, morisco con claves europeas. Otro, Nuestra Señora de África, de estilo neobizantino, se alza con orgullo en la falda de la colina.

Argel es la capital administrativa, económica y cultural del país. Su población de más de dos millones de habitantes crece hasta más de cinco millones con su área metropolitana. Ocupa un área extensa que da para barrios de diversa condición acoplados a las sinuosidades del terreno, de fuertes cuestas e improvisados miradores hacia el mar.

El espíritu de la ciudad se puede trazar en el cine y en la literatura. La batalla de Argel, del cineasta italiano Gillo Pontecorvo, El extranjero, del Premio Nobel Albert Camus, la Trilogía de Argel o Lo que sueñan los lobos, de Yasmina Khadra, evocarán los paseos del visitante y le trasladarán a una realidad que flota en las calles, en los edificios, en el espíritu de Argel.

Mezquita Ketchaoua

Mezquita Ketchaoua

Entre los edificios religiosos destacan tres emblemáticas mezquitas. La Ketchaoua, de 1436, fue reconstruida en el siglo XVIII. Hasta la independencia, fue la Catedral de San Felipe. La más antigua es la Gran Mezquita, de 1097. La Mezquita Nueva, del siglo XVII, completa la triada. Los barrios están salpicados de estos templos con desigual fortuna e interés para los caminantes.

DSC 0825 Mezquita en la Casbah

Mezquita en la Casbah - Imagen de C. Díaz Marquina

Para degustar el sabor más tradicional de la ciudad hay que subir hasta la Casbah, la Alcazaba, con sus palacios del Virrey y de los Gobernadores, sus laberínticas calles, sus casas deseosas de un revoco y una mano de pintura, sus pequeños restaurantes y sus comercios tradicionales. Su especial carácter mereció la declaración como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1982. Las administraciones y los particulares están dando un impulso a su conservación y restauración, algo absolutamente necesario.

DSC 0846 Mercado

Mercado - Imagen de C. Díaz Marquina

Los niños juegan en cualquier espacio que lo permita, las mujeres acuden al mercado para proveerse de lo necesario y disfrutar sus aromas, la población se mueve en un entorno anclado en el tiempo y en la tradición. Crece el bullicio, la vida en la calle, las reuniones en los cafés, las charlas entre vecinos. En un extremo se alza la gran sinagoga.

Hay que dejarse querer por Argel, una interesante ciudad para quien esté dispuesto a sumergirse en ella y apreciar sus encantos.

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