Nido de águilas y fortaleza medieval, Alquézar se asoma desde su atalaya en la Sierra de Guara, ofreciendo a aquellos que lo visitan una combinación perfecta de historia, arte y naturaleza. Este pueblo, situado en la provincia de Huesca, en Aragón, no solo es reconocido como uno de los más bellos de España, sino que también es un destino predilecto para los amantes del turismo rural y las actividades al aire libre.
La historia de Alquézar se remonta al siglo IX, cuando fue fundado por Jalaf ibn Rasid como una fortaleza para defender los territorios musulmanes. Su nombre, derivado de la palabra árabe "Al-Qasr" (que significa castillo o fortaleza), es un fiel reflejo de su pasado guerrero y estratégico. Con el paso de los siglos, Alquézar se transformó, acogiendo en su seno la arquitectura románica que hoy día seduce a cada visitante.
El corazón de Alquézar es su colegiata, una impresionante fortaleza-abadía del siglo XI que domina el casco antiguo. Esta joya del románico fue declarada Monumento Nacional en 1931 y es una parada obligatoria para cualquier viajero. La Colegiata alberga un claustro que es un verdadero tesoro artístico, con capiteles esculpidos que narran desde escenas bíblicas hasta leyendas locales, ofreciendo una cátedra viva de historia y arte medieval.
Más allá de su patrimonio arquitectónico, Alquézar es un paraíso para los aventureros. Situado a las puertas de la Sierra de Guara, este pueblo es un punto de partida ideal para quienes practican el barranquismo, senderismo y escalada. Los cañones y barrancos, como el impresionante cañón del Río Vero, ofrecen rutas de barranquismo que están entre las mejores de Europa. Las aguas cristalinas y las vistas espectaculares son una constante en estas excursiones que atraen a turistas de todo el mundo.
Para los amantes del senderismo, el entorno de Alquézar ofrece numerosos caminos que serpentean entre viñedos, olivares y almendros. Una de las rutas más populares es la que recorre las pasarelas del Vero, un itinerario accesible que permite disfrutar de vistas panorámicas del río y las formaciones rocosas de la zona. Este paseo, apto para todas las edades, es una excelente manera de apreciar la belleza natural de la región en cualquier época del año.
La gastronomía local también es un componente esencial de la experiencia en Alquézar. Los restaurantes del pueblo ofrecen platos tradicionales aragoneses, donde destacan productos como el ternasco, las trufas y los quesos artesanales. No se puede dejar el pueblo sin probar la borraja, una verdura típica aragonesa, o los postres a base de almendras, que son un verdadero deleite.
Culturalmente, Alquézar no se queda atrás. A lo largo del año, el pueblo celebra varias festividades que son una muestra viva de su rica tradición. Las fiestas patronales son especialmente vibrantes, con procesiones, música y danzas que llenan las calles de color y alegría.
Visitar Alquézar es hacer un viaje en el tiempo. Es caminar por estrechas calles empedradas, flanqueadas por antiguas casas de piedra, bajo la mirada siempre presente de su imponente colegiata. Es descubrir un lugar donde cada rincón cuenta una historia, cada paisaje invita a la aventura, y cada plato revive una tradición. Sin duda, Alquézar no es solo un destino, es una experiencia completa que captura la esencia de la belleza rural en su forma más pura y emocionante.
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