Con el frío, los platos de cuchara se convierten en uno de los manjares más preciados. Platos humeantes, ricos en sabor y color entre los que destaca el cocido en todas sus variedades. Y es que España es un país diverso en el que este plato adquiere gran protagonismo con elaboraciones e ingredientes diferentes según cada zona. Si quieres conocer muchas de las posibilidades que ofrece esta suculenta receta en entornos únicos, Yescapa, plataforma líder europea de alquiler de autocaravanas y furgonetas camper, te da algunas pistas para el disfrute del paladar y de la vista.
Montejo de la Sierra (Madrid)
El cocido madrileño es, sin duda, una de las recetas más famosas y tradicionales de esta comunidad y, podríamos decir, de toda España. De origen humilde, sobre todo, lo consumía la gente con menos recursos, hasta que los restaurantes más prestigiosos de la ciudad lo incluyeron en sus menús y lo convirtieron en el abanderado de la gastronomía madrileña.
Sus ingredientes principales son la carne de morcillo, el tocino, el chorizo y garbanzos, todo cocido “al chup chup” durante varias horas. Existen un sinfín de restaurantes que lo ofrecen en sus cartas, pero, si quieres disfrutarlo en plena naturaleza, te proponemos El Capricho de Montejo, un establecimiento que se precia de cocer estas viandas durante 24 horas a baja temperatura y servirlo en los recipientes de porcelana esmaltada que heredaron de sus abuelos.
Y para completar esta comida, este pueblo ofrece diferentes sendas para el disfrute del visitante, pero una visita imprescindible es el Hayedo de Montejo, un bosque espectacular Reserva de la Biosfera que se extiende a lo largo de 250 hectáreas entre los montes de El Chaparral y La Solana.
Pejanda (Cantabria)
El frío de esta zona seguro que fomentaba la creación de platos de cuchara que reconfortan el organismo. Este pudo ser el origen del cocido montañés del que se habla desde el siglo XVII y que, según cuentan, surgió para aprovechar ingredientes básicos que estaban al alcance de sus habitantes como legumbre, verduras o embutidos. Su tándem protagonista son las alubias y la berza y como peculiaridad se sirve en un solo vuelco.
Un lugar ideal para probarlo es la comarca de Saja-Nansa, en el extremo suroccidental de la región, a 104 kilómetros de Santander capital. En esta zona se encuentra el Valle de Polaciones, el más alto de Cantabria, con cimas de más de 2.000 metros de altitud. Es uno de los más rústicos y aislados, ideal para probar este cocido y para recorrer sus valles y senderos en los que el verde inunda el paisaje. En la aldea de Pejanda está la Posada Molleda en la que la familia sirve comida y da alojamiento desde 1928. Un lugar ideal para degustar la cocina tradicional de montaña.
San Pedro de Mera (Lugo)
El cocido gallego es un plato ancestral que se ha servido en los hogares de la zona desde siempre. Los celtas ya hacían matanzas de cerdo y consumían su carne. Algunas cosas han cambiado con el paso de los siglos, como la castaña, un ingrediente que se añadía al cocido y que luego, fue sustituida por la patata.
Hoy día, este plato tiene ingredientes básicos como los garbanzos, las patatas, los grelos, el chorizo y la cachucha o cacheira (cabeza de cerdo) que le da un toque especial y diferente. Pero, como dice la tradición, un buen cocido gallego debe llevar «fozante, escarabellante e escornante» es decir: cerdo, gallina y ternera.
En la parroquia lucense de San Pedro de Mera, con menos de 100 habitantes, situada en el primitivo camino de Santiago, muy cerca de la capital gallega y rodeada de paseos y senderos de gran belleza, está el Mesón de Crecente, una casa de comidas con 100 años de historia, en la que cuentan que preparan este plato en cocina de leña y en cazuelas de barro, con productos locales. Una experiencia para sobrellevar el ambiente frío y húmedo del paraje.
La Orotava y La Matanza de Acentejo (Canarias)
No parece una zona fría pero también cuentan con su cocido especial, conocido como rancho canario. Un plato contundente, probablemente creado a partir de la influencia de las diferentes culturas que poblaron las islas, que se cocinaba en los hogares más sencillos con todo lo que había en la casa. A medio camino entre guiso y sopa, en general incluye costillas, morcilla, chorizo, garbanzos, papas, azafrán y fideos. Entre sus variedades está la de Gran Canaria en la que se suelen usar judías en lugar de garbanzos.
Un buen sitio para saborear este plato son los restaurantes tradicionales de las Islas Canarias, llamados guachinches. Tabernas rústicas de comida casera, que ofrecen productos locales, hasta su propio vino. Muchos de ellos están ubicados en las localidades de La Orotava y La Matanza de Acentejo (Tenerife). En ambos municipios, llenos de historia, podrás recorrer sus playas, paisajes naturales y su centro histórico.
Besalú (Gerona)
No se tiene certeza desde cuándo se come la escudella, pero según citan los historiadores es el plato de sopa documentado más antiguo de Europa. De hecho, el franciscano Francesc Eiximenis lo recogió en algunas de sus obras escritas en el siglo XIV.
Se cuenta que era un plato que los catalanes comían cada día y que preparaban los campesinos con los excedentes de las cosechas y que servían, posiblemente, con salsa de tomate.
Más sopa que cocido, este caldo se elabora con verduras (zanahoria, nabo, apio, puerro, col verde, etc), garbanzos, patata, butifarra negra o blanca y diferentes carnes y huesos. En la localidad gerundense de Besalú, en la comarca de la Garrotxa, enclave famoso por su conjunto histórico-artístico medieval que bien merece una visita, se encuentra el restaurante El Castell de Besalú. Un lugar de comida casera, ubicado junto al emblemático puente viejo del municipio, desde el que saborear este rico plato.
Castrillo de Polvazares (León)
El cocido maragato es un plato que tiene su origen en la comarca de la Maragatería, una región montañosa en el noroeste de León, en la que sus habitantes arrieros y comerciantes necesitaban comer platos contundentes para afrontar los largos viajes. Una de sus peculiaridades es que se come al revés. Es decir, primero la carne y por último la sopa. Una costumbre que parte de dos leyendas. Por un lado, la del «franchute», que cuenta como los leoneses, tras la invasión francesa en la Guerra de la Independencia, se comían primero lo más rico y nutritivo: la carne, después, los garbanzos y, si el enemigo no atacaba, la sopa. Otro mito es el del «arriero», que en sus viajes comían directamente de la olla y comían primero lo que flotaba, es decir, la carne y luego, los garbanzos, para terminar con el caldo.
En cualquier caso, el cocido maragato, consta de carnes, relleno (hecho de pan, huevo, ajo y perejil), garbanzos, repollo, patatas y sopa de fideos. Un plato que puedes degustar en la pequeña localidad maragata de Castrillo de Polvazares, declarado conjunto Histórico Artístico desde 1980, con construcciones típicas de los arrieros con fachadas de piedra y grandes portales, que le dan una imagen de cuento. En esta población se encuentra Casa Coscolo, que se cita como el restaurante del “cocido perfecto”, en el que se destaca la elaboración propia de los ingredientes.
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