15 municipios y una lista casi inabarcable de historias, relatos, lecciones de vida e idiosincrasia única. Es a lo que se expone el peregrino que se adentra a recorrer el Camino de Santiago Francés de Galicia. Con sus cuatro pueblos hermanos de la provincia de León, los 11 concellos gallegos se unen en unproyecto que va mucho más allá de una ruta de peregrinación. Recorriendo cada pueblo de estos 15, el caminante consigue crear el mejor libro de viajes llenando páginas enteras de historia, de cultura, de patrimonio, de gastronomía, de tradición... y de corazón. Porque, al fin y al cabo, la historia y vida de los pueblos no son nada sin el corazón de las gentes que los habitan.
Camponaraya nos lleva por tierras de viñedos, cruzando el Arroyo Naraya. Es un pueblo volcado por completo con el Camino de Santiago, pues ya desde la época medieval, contaba con dos hospitales para peregrinos: uno de ellos junto a la actual capilla de la Soledad, y el otro era el de San Juan.
Villafranca del Bierzo. Por su calle del Agua se intuye una extensa herencia histórica, leída en las paredes de sus casas blasonadas. Villa noble, no se pueden dejar de lado sus eclécticos edificios de diferentes épocas y estilos arquitectónicos: la románica Iglesia de Santiago; La Anunciada, de refinado gusto italiano y renacentista, como también lo es su castillo.
Trabadelo. Este pequeño pueblito deja entrever el pasado romano de la zona con restos de los canales romanos y las cuevas subterráneas. Merece la pena acercarse a contemplar la Iglesia parroquial de San Nicolás. De época medieval, de los s. XIII o XIV, guarda una pequeña imagen de una imagen de la Virgen con el Niño, una talla muy pequeña pero muy venerada. Presenta, además, un retablo barroco del siglo XVII, realizado por López de Sisto.
Vega de Valcarce. Vigilada por el eterno centinela, el Castillo de Sarracín, o lo que queda de él, esta villa fue la entrada de Galicia. De hecho, La Portela, pequeña pedanía, hacía de entrada en la práctica. Se extiende por la vega que el río forma en el valle. A uno y otro lado de la cuenca se erguían dos importantes castillos medievales, de los cuales en la actualidad solo se conserva el de Sarracín.
O Cebreiro.Ubicado en la provincia de Lugo, es la primera parada significativa en la ruta del Camino de Santiago Francés al entrar en Galicia. Este pequeño pueblo, con sus antiguas pallozas y la iglesia prerrománica de Santa María, evoca la esencia de la Galicia más tradicional. La leyenda de la aparición del Santo Grial en este lugar agrega un toque místico a la experiencia.
Triacastela, cuyo nombre significa "tres castillos", es un lugar donde se unen varios caminos del peregrinaje. Sus tres rutas principales se entrelazan, convirtiendo a este concello en un punto de encuentro de culturas y experiencias. Los peregrinos descubren aquí la hospitalidad gallega en sus albergues y la belleza de sus paisajes montañosos.
Samos es conocida por albergar el imponente Monasterio de San Julián de Samos, una joya arquitectónica que se eleva majestuosamente en medio de exuberantes paisajes verdes. Fundado en el siglo VI, este monasterio benedictino ha sido testigo de la historia tumultuosa de la región y alberga una impresionante biblioteca con valiosos manuscritos. Además, Samos cautiva con calles adoquinadas, casas de piedra tradicionales y una atmósfera serena que invita a los visitantes a sumergirse en la autenticidad de la Galicia más profunda.
Sarria, un punto estratégico en el Camino, marca el comienzo para aquellos peregrinos que desean obtener la Compostela. La iglesia de Santa Mariña, con sus murallas medievales, y el Monasterio de La Magdalena, son testigos de la rica historia de Sarria. La tradición jacobea se siente en cada rincón, desde las callejuelas empedradas hasta las charlas con los lugareños.
Paradela encierra la esencia rural de Galicia. Sus paisajes salpicados de campos verdes y bosques transmiten serenidad, mientras que sus casas de piedra tradicionales narran historias de tiempos antiguos.
Portomarín, atravesada por el río Miño, es un lugar con una historia peculiar. La vieja Portomarín fue inundada para construir un embalse en la década de 1960, y muchos de sus edificios fueron cuidadosamente trasladados y reconstruidos en la nueva ubicación. El resultado es una fusión de lo antiguo y lo nuevo, con la iglesia de San Nicolás como testimonio de esta metamorfosis.
Monterroso cautiva con su encanto rural. Rodeado de exuberantes paisajes y colinas ondulantes, sus calles empedradas y plazas acogedoras invitan a pasear, mientras que la arquitectura tradicional revela la rica historia de la región. Un remanso de paz que revela la autenticidad de Galicia.
Palas de Rei, rodeado de densos bosques y prados verdes, ofrece una experiencia tranquila a los peregrinos. Su castillo medieval y la iglesia de San Tirso son joyas históricas que transportan a los visitantes a tiempos pasados. La hospitalidad de sus habitantes y la riqueza de su entorno natural hacen de Palas de Rei una parada única en el Camino.
Melide, conocido por su pulpo a la gallega, es un deleite para los sentidos. Este concello en la provincia de A Coruña es famoso por su tradición gastronómica, que los peregrinos pueden disfrutar en sus numerosos restaurantes y pulperías. La iglesia de Santa María y el puente romano sobre el río Furelos añaden atractivo histórico a esta encantadora localidad.
Arzúa, conocida por su queso homónimo, se erige como un símbolo de la riqueza agropecuaria de Galicia. En este concello, los peregrinos se sumergen en campos verdes salpicados de granjas y aldeas. La iglesia de Santiago y la capilla de A Magdalena aportan un toque espiritual a este paisaje bucólico.
O Pino, por su parte, encapsula la esencia tranquila y auténtica de la región. Se presenta como un rincón sereno imbuido de historia y naturaleza. Con sus campos verdes y antiguas construcciones de piedra, esta localidad ofrece una conexión profunda con las raíces gallegas.
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