Nos acercamos al norte de Portugal, cerca de la frontera con España, para descubrir todo el encanto que nos espera en la ciudad más antigua del país luso. Estamos en Braga. Fundada hace más de dos mil años por los romanos, Braga, conocida entonces como Bracara Augusta, fue un punto del planeta que floreció como un importante centro político, religioso y cultural, marcando su lugar en la historia de la península ibérica. Hoy en día, los vestigios de su glorioso pasado se encuentran dispersos por toda la ciudad, desde sus antiguas murallas hasta sus monumentos históricos, recordándonos la grandeza de aquellos que la habitaron antes que nosotros.
Ubicada a poca distancia de la pintoresca región del Duero, Braga está rodeada por exuberantes valles verdes y majestuosas montañas, la ciudad se encuentra enclavada en un paisaje impresionante que ofrece un telón de fondo perfecto para sus maravillas arquitectónicas y su encanto histórico. Con una red de carreteras bien desarrollada y conexiones de transporte eficientes, Braga es fácilmente accesible desde las principales ciudades de Portugal y es un destino popular para aquellos que desean explorar el rico patrimonio cultural del país.
Pero Braga no es solo un destino para los amantes de la historia; también es un lugar vibrante lleno de vida y energía. Sus calles están repletas de tiendas pintorescas y de cafés y restaurantes acogedores, donde podemos disfrutar de la deliciosa gastronomía local y sumergirnos en la cultura portuguesa, viviendo el ambiente animado de sus festivales, eventos culturales y su vida nocturna.
En el corazón de Braga late su centro histórico, un laberinto de calles empedradas y plazas adoquinadas donde el pasado y el presente se entrelazan armoniosamente. Este distrito encantador es el hogar de la catedral de Braga, un monumento imponente que se alza majestuoso desde el siglo XI. Se inició su construcción en el año 1070, convirtiéndose en la catedral más antigua de Portugal y una de las más veneradas del país, atrayendo a peregrinos y amantes de la historia por igual con su magnífica arquitectura románica y gótica.
Otra interesante parada es el imponente santuario del Buen Jesús del Monte. Se alza sobre las colinas que rodean la ciudad, proporcionándonos una vista panorámica inigualable y una experiencia espiritual única. Esta obra maestra del siglo XVIII, con su escalera monumental y su capilla decorada, es un lugar de peregrinación para miles de fieles cada año, y un testimonio conmovedor de la devoción y la fe del pueblo portugués.
Pero Braga no es solo un destino para los devotos; también es un paraíso gastronómico que despierta nuestros sentidos con sus sabores auténticos y sus platos tradicionales. Desde el famoso bacalao a la brasa hasta los dulces conventuales elaborados con recetas centenarias, la cocina de Braga es un festín para los amantes de la buena comida. Los mercados locales y los restaurantes pintorescos ofrecen una amplia variedad de delicias culinarias, mientras que las tabernas y bares animados invitan a los visitantes a disfrutar de una copa de vino verde fresco o una taza del buen café portugués.
El entorno natural que rodea a Braga es igualmente impresionante, con exuberantes valles verdes, montañas escarpadas y ríos serpenteantes que ofrecen infinitas oportunidades para la aventura al aire libre. Los senderos para caminatas y ciclismo atraviesan paisajes pintorescos y antiguos bosques, mientras que los parques naturales protegidos son refugios para la diversidad biológica y la vida silvestre.
A lo largo de los siglos, Braga ha sido testigo de la ascensión y caída de imperios, la influencia de diferentes culturas y la evolución de la identidad portuguesa. Hoy en día, Braga es una ciudad moderna y dinámica que celebra su pasado mientras mira hacia el futuro con optimismo y orgullo. Es un destino que brilla con luz propia y ofrece una experiencia viajera inolvidable.
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