Ubicada en la prefectura de Aomori, en el extremo norte de la isla de Honshu, se encuentra la ciudad de Hirosaki, donde se celebra uno de los más impresionantes espectáculos de floración de cerezos ('sakura') de todo Japón.
Desde mediados de abril hasta principios de mayo, el parque de Hirosaki invita a presenciar el 'hanami', la tradición de observar la belleza de estos árboles en primavera rodeado de un entorno pintoresco y animado.
El evento se presenta como un despliegue impresionante de color gracias a la presencia de aproximadamente 2.600 cerezos distribuidos a lo largo del recinto, algunos con una antigüedad superior a los 300 años. Más de 50 variedades de árboles de cerezo adornan el parque, incluyendo el renombrado somei yoshino, una de las variedades más antiguas de Japón, así como el shidare-zakura, conocido por sus ramas lloronas, o el yae-zakura, caracterizado por su doble altura.
Lo que diferencia a los cerezos de Hirosaki del resto es la cantidad de flores que se distinguen en cada rama, de cinco a siete en comparación con las tres o cuatro que se ven normalmente. Además, sus ramas se podan de una forma especial, inspirada en el cultivo del manzano (Hirosaki es la ciudad con mayor producción de manzanas de todo Japón), para fomentar su crecimiento lateral y garantizar una exposición uniforme al sol.
Cada año durante el festival se instalan unos doscientos puestos en los que se sirven especialidades gastronómicas populares en todo Japón como los yakisoba y los takoyaki, además de las delicias locales como los oden (especie de cocido japonés) de Tsugaru con jengibre y miso. Los asistentes pueden aprovechar para degustarlas mientras pasean tranquilamente contemplando los árboles en flor. Por la noche, los cerezos y el Castillo Hirosaki se iluminan, matizando la belleza natural y ofreciendo a los visitantes una nueva perspectiva de la primavera en Japón.
Además del parque, Hirosaki y sus cerezos ofrecen múltiples atractivos turísticos, como la torre del castillo de Hirosaki, la balaustrada roja del puente Shimonori o la hilera de cerezos de Oyamazakura en el monte Iwaki. A su vez, cabe destacar que la ciudad es la puerta de entrada a uno de los enclaves naturales de Japón catalogado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO: el hayedo de Shirakami Sanchi, ideal para la práctica de senderismo, especialmente durante la primavera.
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