Redonda es mucho más que una isla inaccesible: es un mar de rocas y ruinas que custodia entre sus acantilados la historia más extravagante y maravillosa de la literatura.
Este libro es el testimonio escrito del viaje que Javier Diéguez, desatendiendo los consejos de Javier Marías, realizó hasta Redonda y con el que rinde tributo a un juego literario, en una aventura tan impresionante como quijotesca.
“No creo que haga falta visitar la isla. Sé que es un peñote inhóspito donde recalaban los contrabandistas. Por su forma tan redonda es de difícil acceso. Por eso Colón se limitó a bautizarla y pasar de largo. Parece que hay algunas cabras, y tiene fama de ser una especie de Transilvania del Caribe”, Javier Marías.
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Quedan tres días para mi viaje a Redonda, de Barcelona a Londres, luego unos días en Antigua, de Antigua a Montserrat y, al fin, Redonda. Mi cabeza anda agitada y lo mezcla todo. Fantaseo encontrarme con Xavier I, rey de Redonda, en alguno de los cafés que abrazan la plaza de la villa de Madrid. Le narro mi hazaña y le entrego una piedra redondiana, un pedazo de su reino.
Sueño con Escondida, una isla mencionada en La balada del mar salado de Corto Maltés. Repaso mentalmente lo que recuerdo sobre ella: a pesar de que no se conoce su ubicación exacta, se sitúa entre las islas Tonga y Cook, en el Pacífico sur, y está gobernada por un misterioso monarca, el Monje. La isla tiene un relieve variado, desde montañas boscosas hasta playas de ensueño, y su vegetación es tan exuberante que protege de la vista de los navegantes que se acercan a ella las casas y la única iglesia de la isla. Además, Escondida está bien defendida por una batería de artillería de costa que, se dice, envió a pique a un destructor japonés durante la primera guerra mundial. Es un nido de piratas.
Consulto un momento mi móvil y observo el mapa que se muestra en la pantalla. Hugo Pratt sitúa Escondida a 19º de latitud sur y 169º de longitud oeste. Ahí no hay nada. Escribo "reino de Redonda" y, ahora sí, aparece una isla: Redonda, situada a 16º 56’ 11.4’’ de latitud norte y a 62º 20’ 45.1’’ de longitud oeste. Escondida no existe, Redonda sí.
¿Es posible que Redonda sea en realidad Escondida? ¿Será Javier Marías acaso el rey monje imaginado por Hugo Pratt? Ambos son honrosos descendientes de una saga misteriosa. Como isla Escondida, el reino de Redonda es, ante todo, una sombra.
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En la época dorada de los exploradores, cada aventura tenía un carácter esencialmente colectivo, ya que los grandes navegantes descubrían y cartografiaban en nombre de su monarquía o imperio, buscando prestigio para su reino. La conquista de Redonda, por otro lado, es un desafío completamente personal. ¿Puede considerarse llegar a Redonda como una verdadera aventura? Sin duda, no es un camino común. A pesar de tener un billete de vuelta, llevo conmigo una mochila llena de libros. A diferencia de los conquistadores de antaño, mi aventura no implica un viaje sin fecha de regreso ni la ausencia de literatura. La aventura en su sentido heroico y trascendental de antaño puede haber desaparecido, pero la mía es una aventura literaria.
Javier Diéguez (Mollet del Vallés, 1985) es escritor, historiador y aventurero. Con dieciséis años recorrió Ecuador, Perú y parte de España con la Ruta Quetzal de Miguel de la Quadra-Salcedo. Desde entonces la aventura y los viajes son una constante en su vida. Ha combinado la edición de manuales escolares con la publicación de varias obras: la novela La primera estrella de la noche, junto a Nadia Ghulam; Conquistadores: hazañas que cambiaron el mundo y el cómic 1860: Castillejos, ilustrado por Carlos Morán. Diéguez es una de las pocas personas que ha puesto pie en el reino de Redonda: un viaje que aúna aventura y literatura y con el que rinde homenaje a toda la monarquía literaria de este casi inaccesible lugar de las islas de Barlovento.
Redonda Autor: Javier Diéguez
ISBN: 978-84-127160-8-5
Páginas: 152
Tapa blanda
Colección: Cuadernos de viaje
Publicado por Ediciones Menguantes
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