Visitamos un territorio de Turquía que fascina por su original paisaje, un escenario casi onírico creado por las huellas de los numerosos volcanes que hace millones de años se encontraban en plena actividad. Nos encontramos en Capadocia, un punto del planeta que ha sido calificado por muchos como uno de los espectáculos naturales más bellos y sorprendentes del mundo.
Este territorio turco se encuentra ubicado en Anatolia Central y posee una formación geológica única y un rico patrimonio histórico y cultural. Esta zona protegida fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El peculiar paisaje de la región presenta caprichosas formas que surgieron a consecuencia de la lava y la arena volcánica: paisajes lunares, cavernas y formaciones rocosas que parecen sacadas de un cuento fantástico. Otro de los encantos de la Capadocia son sus ciudades subterráneas y los pueblos excavados en las rocas. Uno de estos últimos es nuestro protagonista.
Visitamos Ortahisar, en la Capadocia más profunda, un tesoro escondido que, a pesar de su encanto, aún permanece ajeno al turismo de masas. Se encuentra situado a solo cinco kilómetros de la localidad de Goreme, especialmente conocida por la gran cantidad de iglesias rupestres que posee, muchas de ellas datadas en el siglo X, y que conservan en su interior bellísimos frescos.
Muchas de las casas de la tranquila y pintoresca Ortahisar se encuentran excavadas en las rocas y alrededor de un alto peñasco, detalle que le proporciona un aspecto de cuento y fantasía, una imagen curiosa que, por otra parte, también está muy presente en el resto de la Capadocia.
El gran símbolo de Ortahisar es su castillo. Se encuentra coronando la enorme roca de casi cien metros de altura y está rodeado por las pequeñas casitas de la población. A pesar de encontrarse bastante deteriorado, especialmente debido a la erosión y a pesar de recientes reformas para reforzar su estructura, es la atracción más destacada del lugar.
El castillo presenta una imagen espectacular y un interior repleto de cuevas y recorridos ocultos en la roca. A él se accede a través de una empinada y estrecha escalera no apta para aquellos que sufren de vértigo. Al final, en lo más alto, se puede disfrutar de unas vistas espectaculares del entorno.
En la ciudad de Ortahisar pueden verse pequeñas tiendas de artesanos y algunos locales que ofrecen la gastronomía típica del lugar. En general, el paseo por la población es tranquilo y apacible, y ofrece esa agradable sensación que nos traslada lejos del ritmo frenético de las grandes urbes.
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