Japón es un país lleno de contrastes en el que es fácil pasar de un marco tradicional al ambiente más moderno y vanguardista. En general, ambos aspectos están perfectamente representados por Kioto y Tokio, urbes que han sabido proyectar sus valores y encantos al turismo. Sin embargo, mucho menos conocido es el ámbito rural del país nipón. Existen aldeas y pequeños pueblos y ciudades que se mantienen fieles a su aspecto más tradicional y en las que resulta sencillo hacerse una idea de cómo se vivía en estas zonas en el pasado. La ciudad histórica a la que nos dirigimos es uno de esos destinos.
Visitamos Kurashiki. Situada en la prefectura de Okayama y ubicada a una considerable distancia de Tokio –más de 600 kilómetros-, esta bonita ciudad japonesa concentra sus encantos en su centro antiguo, conocido como Kurashiki Bikan, un pintoresco barrio que se encuentra atravesado por numerosos canales que pueden recorrerse en pequeñas góndolas y barcas, una característica que ha llevado a denominar a este punto de la ciudad como la Venecia de Japón.
La presencia de estos canales con salida al mar proporcionó en el siglo XVII una gran prosperidad a la ciudad, ya que se convirtió en zona de paso de mercancías y, en consecuencia, la pequeña urbe comenzó a reunir a numerosos comerciantes que se instalaron en ella. De aquel floreciente período aún se conservan un buen número de bellas y antiguas casas que pertenecieron a familias de ricos comerciantes, hermosas y tradicionales residencias que en la actualidad forman parte de los reclamos turísticos de la ciudad.
El carácter comercial de la ciudad no se ha perdido, de hecho, en la actualidad, los alrededores de Kurashiki Bikan están repletos de tiendas, restaurantes, galerías y todo tipo de establecimientos. El barrio también cuenta con un interesante museo de arte privado fundado en la primera mitad del siglo XX por uno de los ricos comerciantes del lugar. Esta exposición permanente combina arte japonés con algunas piezas de reconocidos artistas europeos, como Gaugin o Matisse. El edificio del museo también tiene su encanto, ya que sus líneas arquitectónicas recuerdan a la Antigua Grecia.
Kurashiki Bikan no solo presenta una gran actividad durante el día. Llegada la noche, el tradicional barrio se ilumina y mantiene abiertos una buena cantidad de locales. Muchos de ellos invitan a degustar algunos de los ricos platos típicos de la zona.
Una de las curiosidades de este punto de Japón es que se trata del primer lugar del país que fabricó tejido para pantalones y prendas vaqueras. El barrio cuenta con numerosos talleres en los que se utiliza maquinaria y técnicas de teñido tradicionales, una característica que les confiere un valor especial que es muy apreciado por los amantes de este tipo de ropa.
Escribe tu comentario