​Breve paseo por la Ciudadela de Amán

Viajamos hasta el Reino Hachemita de Jordania, un destino que siempre resulta interesante y promete al visitante grandes emociones, promesa que cumple con creces. Este pequeño país, situado en la orilla este del río Jordán, es un lugar seguro que invita a un paseo tranquilo y sorprendente por sus grandes tesoros arqueológicos y sus increíbles paisajes, mientras ofrece generoso su hospitalidad y su deliciosa gastronomía. Jordania tiene un alma beduina que saborea buen té mientras disfruta compartiendo sus maravillas con aquellos que se acercan a apreciarlas. 

Nuestro destino es Amán, la capital del país, una ciudad próspera, cosmopolita y multicultural que gusta de proteger sus raíces y en la que conviven a la perfección la tradición con la modernidad, y los aires occidentalizados con los rasgos más auténticos de Oriente. 

Aunque Amán cuenta con muchos puntos de interés, en esta ocasión vamos a centrarnos en uno de los espacios de la ciudad que ha de subrayarse como visita obligada si nos encontramos en esta atractiva urbe: la Ciudadela. 

La Ciudadela es uno de los grandes lugares históricos que muestra con orgullo la capital jordana. Se encuentra sobre una colina, coronando la ciudad, en su punto más elevado y en pleno corazón de Amán. A lo largo del tiempo, por este espacio histórico han pasado diferentes civilizaciones y culturas: romanos, persas, bizantinos, griegos… Todos ellos dejaron su huella en este impresionante lugar, un extenso museo al aire libre y auténtico paraíso para los amantes de la arquitectura y la historia. 

El templo romano de Hércules, con su gran mano de piedra junto a enormes pilares, es uno de los lugares más destacados. Los especialistas afirman que los dedos que hoy pueden verse pertenecieron a una colosal estatua, dedicada al héroe de los doce trabajos, que no logró resistir al paso del tiempo. 

El templo se remonta al siglo I d.C., un momento en el que Jordania era una de las diez ciudades de la Decápolis romana. También de esa época es el magnífico Teatro Romano de este espacio arqueológico de Amán. 

El Teatro Romano es otro de los puntos de obligada visita. Es el monumento más impresionante de la antigua Filadelfia, nombre con el que años antes el rey egipcio Ptolomeo Filadelfo bautizó a la ciudad de Amán. Posee una estructura semicircular con una capacidad para acoger a cerca de seis mil personas. 

Seguimos nuestro paseo y nos detenemos en otro de los edificios que llaman la atención: el Palacio Omeya, una construcción del siglo VIII situada junto al museo de arqueología, en la que destaca especialmente su cúpula. Era la residencia del gobierno y los funcionarios de la época del califato de los omeyas, una dinastía de califas que gobernó el mundo musulmán. 

Después de este paseo repleto de emociones por la antigua Filadelfia, nada mejor que darnos un respiro disfrutando con un aperitivo tradicional jordano formado por humus, paté de berenjenas, salsa de yogurt con perejil y cilantro, y aceitunas, ingredientes que forman el delicioso acompañamiento de unas brochetas de pollo y cordero, placeres gastronómicos que nos dejarán un inolvidable recuerdo en el paladar. 

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Autora de las imágenes: Mª José Montañana Cebriá