Ahora, con el otoño recién estrenado, nos acercamos a un país fascinante y muy genuino que mantiene pocas coincidencias con el pensamiento y la forma de vida occidental. Precisamente, esta característica es uno de sus grandes atractivos. Estamos en Japón, un lugar lleno de contrastes en el que es fácil pasar de un marco tradicional al ambiente más moderno y vanguardista.
Nuestro destino es Osaka, la tercera ciudad más grande de Japón, una importante urbe portuaria que luce una moderna arquitectura y se presenta al visitante repleta de actividad y llena de vida, tanto diurna como nocturna. Para ubicarla mejor, en referencia a otras dos importantes ciudades japonesas, cabe destacar que Osaka se encuentra a cerca de quinientos kilómetros de distancia de Tokio, la capital del país, y a unos 55 kilómetros de Kioto, una bella ciudad que guarda como ninguna otra la esencia del Japón más tradicional, algo que se manifiesta con el toque zen de sus barrios de casas bajas y calles tranquilas, en las que es habitual ver paseando a grupos de geishas.
Pero volvemos a Osaka, nuestro fascinante destino en este viaje. Al pasear por sus animadas calles es imposible no encontrarse con numerosos puestos callejeros que ofrecen auténticas delicias de la gastronomía tradicional japonesa. El paseo también invita a sorprenderse con la constante y atractiva combinación de altos y modernos edificios junto a templos y lugares históricos que hablan del pasado de la ciudad. Nuestro protagonista es uno de esos monumentos. Probablemente, el más emblemático de esta urbe del país nipón. Visitamos el castillo de Osaka.
El castillo de Osaka, todo un símbolo en el país, fue construido en el siglo XVI. Inicialmente, fue el hogar de una de las grandes figuras del período de la unificación de Japón. Tras los desperfectos sufridos a consecuencia de un incendio, el elegante edificio fue sometido a diferentes remodelaciones, por lo que algunos de sus elementos lucen una versión restaurada. Es el caso de su torre principal, construida en la primera mitad del siglo pasado.
Uno de los grandes encantos de este edificio histórico es el gran parque que lo rodea, un increíble pulmón verde que sirve de refugio natural en plena zona urbana de Osaka. Se extiende en torno al foso que envuelve al castillo y es rico en árboles frutales, especialmente cerezos y ciruelos, además de contar con bonitas zonas sembradas de flores de diferentes especies que dotan de una especial belleza a este lugar, sobre todo en la primavera y el otoño.
El interior del castillo se ha convertido en un espacio museístico que habla en detalle de la azarosa historia de esta imponente construcción. En este museo también se encuentran reunidos más de diez mil objetos que relatan buena parte de la historia de Osaka.
Además de pasear por el agradable jardín del castillo, una de las actividades más populares en este lugar consiste en subir al alto mirador del edificio para captar la hermosa panorámica que ofrece de la ciudad.
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