Nuestro destino se encuentra en Francia, a menos de una hora de distancia por carretera de Grenoble, la capital de los Alpes franceses. Recorremos un paisaje tan espectacular que deja sin aliento. Estamos en el macizo del Vercors, un escenario formado por altas montañas de difícil acceso que, en algunos casos, llegan a superar los dos mil metros de altura.
Esta postal natural esconde riachuelos, lagos subterráneos y una exuberante vegetación entre imponentes desfiladeros y acantilados de una verticalidad vertiginosa.
En la zona se encuentran pequeños pueblos llenos de encanto, muy tranquilos y auténticos, de esos que conservan la tradición y respiran aire puro. La base de su actividad es rural y se dedican a la ganadería, a la producción de queso y a otros oficios artesanales. Uno de los productos tradicionales más conocidos de este punto de Francia es un queso azul con denominación de origen del que se tiene noticias desde el siglo XIV, por lo que el capítulo gastronómico es otro de los alicientes que ofrece este territorio.
El macizo del Vercors reúne una gran biodiversidad que lo convierte en un especio natural excepcional. Posee una rica flora, entre la que se encuentran diferentes especies protegidas y variados tipos de orquídeas.
También habitan numerosas especies de animales: aves, ciervos, corzos, cabras montesas y jabalíes, entre otros.
Este punto de Francia conserva en la memoria un capítulo de la historia reciente, ya que fue un lugar destacado de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial que acabó de forma dramática tras el ataque alemán. En algunas localidades del entorno existen diferentes lugares que rinden homenaje a este trágico capítulo histórico.
El macizo del Vercors ofrece diferentes posibilidades de ocio y disfrute de la naturaleza, desde las más tranquilas, como senderismo o bicicleta, hasta las destinadas a los más experimentados, como la escalada, el parapente, el barranquismo o la espeleología.
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