Nos dirigimos a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. En nuestro camino vamos a encontrar paisajes de cielos luminosos con azules que hipnotizan la mirada; campos que, especialmente en la primavera y el verano, combinan mil colores: amarillos, anaranjados, verdes, violetas…, como si quisieran jugar con nuestros sentidos.
Guadalajara nos espera. Concretamente, visitamos dos pequeñas joyas de su provincia. No son los únicos tesoros de este territorio, pero sí nos sirven como excelente ejemplo de belleza rural, tradición y naturaleza. Nuestros destinos forman parte de la Ruta de los Pueblos Negros, un singular conjunto de localidades con todas sus construcciones (casas, fuentes, iglesias, puentes…) levantadas con piedra oscura y lajas de pizarra, característica que les proporciona una imagen única.
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Valverde de los Arroyos
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Esta pequeña población se encuentra en uno de los valles más espectaculares de la provincia. Está a unos 80 kilómetros de Guadalajara y aparece incluida en la lista de los pueblos más bonitos de España. Los motivos saltan a la vista. Tranquila y repleta de encanto, en Valverde de los Arroyos el ambiente luminoso y los tonos negros de su arquitectura juegan a enamorar al visitante.
Aquí todo se da en torno a la plaza Mayor, una de las más características de la comarca. En su centro se encuentra la fuente y junto a ella un espacio destinado al tradicional juego de bolos, en el que se disputan animadas partidas, especialmente en los meses más cálidos del año.
La iglesia parroquial de San Ildefonso con su torre campanario es otro de los edificios que destacan en el centro de la población. El templo fue levantado en el siglo XVIII y en su interior conserva una valiosa cruz procesional del siglo XVI.
También en la plaza Mayor se encuentra el Ayuntamiento, construcción que sigue la misma línea que las demás construcciones del pueblo. El resto de este punto de la población es compartido por algunas casas y un pequeño número de restaurantes que ofrecen los mejores sabores tradicionales de la zona.
Otros puntos destacados de Valverde son la ermita de Nuestra Señora de Gracia y el museo etnográfico que acoge una exposición de utensilios antiguos y un telar que nos habla de lo más característico de la artesanía de la zona.
Pasear por Valverde de los Arroyos es un auténtico placer. Los tonos negros de sus construcciones contrastan con los alegres colores de las plantas y flores que adornan sus fachadas.
A la naturaleza no hay que salir a buscarla, porque se encuentra por todas partes. Los alrededores de la localidad ofrecen miles de sensaciones que vale la pena disfrutar: pequeños huertos, árboles frutales –cerezos, perales, manzanos-, caballos en libertad y, a solo 15 minutos en coche, la refrescante cascada de Despeñalagua.
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Umbralejo
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A unos 10 kilómetros de Valverde nos encontramos otra joya de arquitectura negra, aunque ésta posee características que la diferencian del resto. Estamos en Umbralejo, un pueblo que sufrió despoblación en la década de los sesenta. La pequeña localidad nunca llegó a tener agua ni luz.
Años más tarde, con la acción conjunta de varios ministerios, se ha convertido en un Aula de la Naturaleza que cada semana acoge a grupos de adolescentes que se alojan en este pueblo deshabitado. Aquí descubren valores medioambientales, además de la cultura y las tradiciones rurales, a través de talleres y todo tipo de actividades en plena naturaleza.
El pueblo fue sometido a una completa reconstrucción y se mantiene una constante labor de rehabilitación. Visitar actualmente Umbralejo, con sus casas perfectamente conservadas y vacías y su silencio que solo se ve alterado por los sonidos de la naturaleza, es una experiencia realmente fascinante.
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