Estamos en la comarca alicantina de la Marina Alta, en el sureste de España. Buscamos un pequeño núcleo de población que comparte ayuntamiento con L’Atzúbia desde el año 1915. Nuestro protagonista se llama Forna, un pintoresco municipio, situado a algo más de 100 kilómetros de Alicante, rodeado de verdes campos de cítricos y nísperos, un lugar en el que la tranquilidad y la fusión con la naturaleza están garantizadas.
En Forna toda la actividad se da en torno a la plaza. Aquí se encuentra y sucede prácticamente todo. Este punto de la Comunidad Valenciana cuenta con cerca de medio centenar de vecinos, gente amable y acogedora que se siente dichosa de pertenecer a esta diminuta pedanía de casas y callejuelas muy cuidadas que reposan bajo un cielo siempre luminoso. El lugar, de orígenes árabes, conserva el sabor de las alquerías moriscas.
A pesar de sus pequeñas dimensiones, Forna está repleto de sorpresas y rincones que nos invitan a parar y contemplar. El lavadero es una de ellas. Esta antigua construcción está a la vista, en el centro del pueblo, y también cuenta con un pequeño abrevadero. Se encuentra junto al lugar de reunión y ocio del lugar, un restaurante con una amplia y soleada terraza en la que degustar ricos platos de la tierra y conversar plácidamente.
Seguimos paseando sin prisa, con ojos curiosos y sin perdernos un detalle. No nos pasa desapercibida una placa en la que puede leerse ‘Camino de Santiago’. También nos paramos delante de la fuente de la plaza, un lugar en el que refrescarse antes de continuar transitando las coquetas calles de la población. Muy cerca vemos la iglesia, un sencillo templo, dedicado a San Bernardo Abad, con una puerta principal que delata la fecha de su última reforma destacada: 1886. El edificio original es anterior, probablemente del siglo XVI.
Pasear por Forna llena los ojos de alegría, porque aquí las flores son protagonistas. Es raro no encontrarse con ellas en muros, puertas y rincones.
Aún no hemos hablado de él, sin embargo, cuando alzamos la vista desde cualquier punto del lugar, nos encontramos con la construcción más emblemática de Forna: su palacio castillo, una fortaleza que mira y vigila desde lo alto de un cerro el paso entre las provincias de Valencia y Alicante. Al histórico edificio medieval se llega a través de una senda señalizada.
Tras algunas necesarias intervenciones, el castillo de Forna ha recuperado su aspecto imponente, y así se nos presenta en la actualidad. Es de planta cuadrada y luce 4 torres en sus esquinas. El edificio se remonta al siglo XIV y fue construido en un antiguo asentamiento islámico del siglo XIII. En su interior no falta detalle: cocinas, salones, caballerizas… Además, en una de las torres pueden verse inscripciones y dibujos con diferentes escenas de guerreros, naves, etc.
Sin duda, Forna es una pequeña joya escondida en un paisaje de rica naturaleza que vale la pena descubrir.
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