Una aventura en la selva de Khao Sok

Estamos en Tailandia, el país de las sonrisas, un punto del planeta hospitalario y orgulloso de su ancestral cultura. Un lugar donde resulta fácil alimentar los sentidos, especialmente la vista, descubriendo sus numerosos tesoros, y el gusto, saciando a los paladares más exigentes con su exótica y deliciosa gastronomía.

En esta ocasión, venimos en busca de aventuras en plena naturaleza, motivo por el que vamos a recorrer un área protegida del sur de Tailandia rica en biodiversidad y generosa regalando paisajes y rincones de increíble belleza. Visitamos el Parque Nacional de Khao Sok, un lugar poco conocido que aún se mantiene alejado de la masificación turística.

Nos enfundamos el traje de exploradores y nos sumergimos en la naturaleza salvaje de este punto del mundo. El parque se extiende por un territorio de más de 700 kilómetros cuadrados y nos invita a descubrir sus dos grandes tesoros: el área selvática y el lago Cheow Lan.

El paseo por la inmensa selva virgen no lo hacemos solos, pues nos acompañan sus residentes habituales: monos, grandes mariposas, ranas, escorpiones, serpientes y un sinfín de especies que forman parte de la fauna del lugar, habitantes del parque que se mueven con soltura entre árboles gigantes y vegetación exuberante. Como curiosidad, cabe destacar que aquí vive la flor más grande del mundo. Su nombre es Rafflesia, aunque es popularmente conocida como flor cadáver, porque a medida que va creciendo también va generando un pestilente aroma. Mejor contemplarla desde lejos.

La zona del lago Cheow Lan es otra maravilla que nos encantará descubrir. Este enorme y hermoso lago artificial está repleto de pintorescas cabañas flotantes en las que hacer noche y ver amanecer es toda una experiencia.

En las aguas del lago destacan grandes formaciones rocosas que dibujan una postal espectacular. Además, Cheow Lan está envuelto por un escenario repleto de abundante vegetación en el que también descubriremos algunas cuevas.

En el Parque Nacional de Khao Sok el contacto con la naturaleza es una experiencia intensa, casi íntima. La visita a esta reserva natural es una oportunidad que no debemos dejar pasar si nos encontramos en la sonriente y amable Tailandia.