No hay pueblo ni ciudad que no sea especial al menos para una persona. Pero la cosa ciertamente cambia cuando hablamos de una mayor escala. A nivel mundial, no son tantos los lugares que atraen a millones de visitantes y que tienen un profundo impacto en el imaginario colectivo planetario. Y surge así la pregunta de cuál es la receta del éxito de estos destinos. Trataremos de responderla en este artículo, ¡sigue leyendo!
El papel primordial de la cultura popular en el éxito de un destino
La cultura popular es uno de los aspectos que más influyen en el éxito de un lugar determinado. El mundo del cine, por ejemplo, ha servido para impulsar el renombre de ciudades y pueblos emblemáticos. ¿ Quién no ha visto Amélie o El jorobado de Notre Dame y no ha sentido ganas de perderse por las fascinantes calles de París?
El mundo de los juegos de azar también ha popularizado ciertos destinos. Así, por ejemplo, las populares tragaperras de temática egipcia de los casinos online modernos, que además ofrecen juegos clásicos de mesa, han reforzado la imagen de localidades como Abu Simbel, enclave soñado para todos los amantes de Egipto.
El sector de los videojuegos tampoco se queda atrás en su papel de catalizador de la cultura popular: títulos como Watch Dogs, que recrean ciudades como Chicago, o Assassin's Creed, que son fiel reflejo de Tierra Santa, logran meterles a los jugadores el gusanillo de hacer una visita real. Es lo que se conoce como marketing turístico a través de los videojuegos.
El poder irresistible de un patrimonio arquitectónico centenario
Otro factor que tiene gran relevancia a la hora de hacer que un sitio sea más o menos popular es la riqueza histórica que posea. Así se explica, por ejemplo, que las megalópolis chinas levantadas a toda prisa hace apenas unos años tengan menos poder de atracción sobre los visitantes que otras más pequeñas como pueden ser Toledo, Granada o Barcelona en el caso de España.
Si nos detenemos a modo de ejemplo en estas tres ciudades, caeremos rápidamente en la cuenta de que el secreto de su gran popularidad no es otro que su inmenso legado arquitectónico. ¿Cómo no enamorarse de la Catedral Primada de Toledo, con su majestuosidad arquitectónica, o del fascinante conjunto monumental de la Alhambra de Granada? ¿Y cómo no quedarse boquiabiertos ante la genialidad creativa de Gaudí en la majestuosa Sagrada Familia de Barcelona?
Y a nivel europeo, el patrón también se repite. Ciudades repletas de historia como París cautivan a millones de personas por su carisma y riqueza incomparables. La Torre Eiffel, el Arco del Triunfo o la Basílica del Sacre-Coeur son monumentos centenarios e irrepetibles que han catapultado la popularidad de París como destino. Y si ya nos vamos a las afueras a enclaves únicos como el Palacio de Versalles entenderemos por qué la capital francesa seduce como pocas.
También brillan con fuerza áreas geográficas enteras que están salpicadas de tesoros históricos. Quien haya visitado la zona portuguesa de Sintra lo entenderá bien. En un radio de apenas unas decenas de kilómetros nos encontramos auténticas joyas arquitectónicas irrepetibles que hacen que este sea uno de los lugares más emblemáticos de nuestro país vecino. El Palacio Nacional da Pena, el Palacio Nacional de Sintra, el Castelo dos Mouros o la Quinta de Regaleira no dejan indiferente a ningún visitante.
La fuerza de las expresiones culturales también desempeña un papel primordial en el éxito de un destino
Además de los elementos nombrados hasta aquí, destaca especialmente el poder de atracción que ejercen las expresiones culturales propias de un lugar a la hora de aspirar al estatus de destino emblemático. Así, por ejemplo, la tradición musical puede aumentar enormemente la proyección mundial de una ciudad. Destaca el caso de Nueva Orleans, cuna del jazz, que ha conseguido captar la atención del mundo gracias a este género musical. O el de Sevilla, que al son de sevillanas llama la atención incluso de nacionalidades tan lejanas como la japonesa.
El folklore también es un importante elemento a la hora de hacer que un lugar sea emblemático. Así se explica el encanto de algunos destinos, en principio pequeños y que podrían estar condenados a priori a la mediocridad y a la irrelevancia. Destacan en este sentido enclaves como Stonehenge, que evoca el misterio primitivo de los solsticios. O el caso de pueblos como Buñol, que con la Tomatina ha logrado consolidarse como reclamo turístico internacional.
En resumidas cuentas, la receta del éxito de los destinos que reciben millones de visitantes y causan furor en todo el planeta se puede entender con tres ingredientes diferenciados. Algunos destinos pueden reunirlos todos y otros brillar con luz propia con apenas uno o dos de ellos. No es una ciencia exacta. Pero podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que destacarán los lugares que tengan una presencia notable en la cultura popular, cuenten con un importante acervo arquitectónico y puedan presumir de tradición folclórica.
Muchos de esos lugares aparecen en el cine o en los videojuegos cómo en el codycross.
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