El frescor del viento de febrero en Rocha es agradable para la Van life. Días de playa para bañarse sin descanso en agua salada y noches de dormir con manta con vista a un mar con olas y surfers atrevidos. El día amanece gris y garúa. Nos contaron de una ONG que rescata tortugas marinas en La Coronilla, a unos 25 km de Punta del Diablo, y estamos entusiasmados. ¡Vamos a Karumbé!
Karumbé -tortuga en guaraní-, es un grupo de jóvenes estudiantes, biólogos, veterinarios, maestros, pescadores e investigadores que decidieron unirse en 1999 con el fin de conservar la biodiversidad de Uruguay. Para capacitarse, cada integrante realizó pasantías con tortugas marinas en diferentes países como México, Brasil, Costa Rica, Venezuela y USA, participando como voluntarios y técnicos de campo en diversos proyectos de conservación.
En la ruta vamos saludando a bocinazos cortos a cuanto viajero encontramos. Los hay en moto, con mochila, kombi, tráfic, motorhome y bici. A la altura de la pista de aterrizaje de emergencia de aviones vemos una familia italiana pedaleando.
De camino pasamos por la Fortaleza Santa Teresa. Llegamos a Karumbé y nos unimos al grupo. Una familia entrerriana que le ceba mate a la guía, un matrimonio alemán que había estudiado español en la universidad y nosotros.
La mayoría de las tortugas del centro de rehabilitación son jóvenes. Cuando llegan a esa edad no tienen naturalmente un depredador, salvo por nosotros los humanos. El 95% de estos animales están ahí por consumo involuntario de plástico y micro plástico suelto en el mar. No saben diferenciar un agua viva de una bolsa de plástico. Triste. Es una actividad cultural de gran aprendizaje para tomar conciencia y cambiar nuestros hábitos de consumo. Reciclar, reutilizar, reducir, informarse, educarse.
Artículo de Sofi Solari Adot, pasajera de los Feippe, familia viajera.
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