Existe un dato que queda claro nada más llegar a esta bonita ciudad de la Comunidad Valenciana. Se trata de algo que no deja duda y se manifiesta a través de una preciosa forma de expresión: muchos de los balcones de la localidad lucen pequeñas pancartas con fragmentos de poemas. Todos pertenecen al gran Miguel Hernández. Así pues, si algo queda claro cuando entramos en Orihuela es que estamos pisando la tierra natal del ‘poeta del pueblo’. Esta es una de las grandes y agradables sorpresas que nos esperan en nuestro paseo por esta localidad de la provincia de Alicante, ubicada en un punto colindante con la comunidad murciana.
El eco hernandiano se expande por todo Orihuela. La Fundación Cultural Miguel Hernández cuida con mimo todo lo relativo al gran poeta, nombre de referencia de la Generación del 27. Desde la entidad se gestiona la Casa Museo y el Centro de Estudios Hernandianos, puntos desde los que se promueve la vida y obra de esta gran figura de la poesía española.
Nos dejamos llevar por los vientos de este pueblo lleno de encantos, una localidad con cerca de 70.000 habitantes que ve discurrir por su centro urbano al Segura en su camino hacia el Mediterráneo, un río cuyas aguas, en los períodos de fuertes lluvias, han sufrido importantes crecidas que han dado más de un susto a la población.
Los oriolanos son personas amables y acogedoras que reciben al visitante con una sonrisa. Sienten con orgullo el hecho de pertenecer a este bello municipio repleto de rincones interesantes y un rico patrimonio cultural, religioso y natural. Romanos, árabes, cristianos, cartagineses e incluso vikingos, son algunos de los pueblos y culturas que han dejado huella en la población.
Orihuela cuenta con un importante patrimonio arquitectónico: iglesias, palacios y bellos edificios modernistas. Su centro histórico, por el que pasear es un placer, está declarado Conjunto Histórico-Artístico.
La creación del Obispado de Orihuela convirtió a la localidad en sede episcopal de la provincia, circunstancia que se adivina fácilmente por la numerosa presencia de templos y edificios religiosos que se reparten por suelo urbano, entre ellos iglesias, santuarios, ermitas y conventos. La Catedral de El Salvador es, sin duda, el más destacado. Se trata de una construcción gótica del siglo XIII, ubicada en el núcleo antiguo de la población, que cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural.
Su interior exhibe importantes obras, como la imagen de Jesús de la Caída, obra realizada en 1754 por el reconocido escultor Francisco Salzillo. También destaca el coro, del siglo XVIII, y el imponente órgano barroco.
El claustro es uno de los puntos más emblemáticos y con más encanto de la localidad. Esta obra renacentista procede del antiguo convento de la Merced, donde fue construida a mediados del siglo XVI. Posteriormente, el claustro fue trasladado a su actual ubicación. En el centro puede verse una antigua cruz de término gótica.
Junto a la Catedral nos encontramos con el Palacio Episcopal, edificio de fachada austera. Actualmente acoge el Museo Diocesano de Arte Sacro, con importantes colecciones de escultura, pintura, orfebrería y libros religiosos. Entre las pinturas destaca ‘La tentación de Santo Tomás’, obra excepcional de Velázquez.
Existen otras muchas iglesias que nos encantará visitar en Orihuela, entre ellas se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de Monserrate, la iglesia de Santiago o la dedicada a las Santas Justa y Rufina.
Los palacios también son numerosos en la localidad. Entre otros, destaca el de los Condes de Luna, el de los Marqueses de Rubalcava o el palacio barroco del Marqués de Arneva, que es la actual sede del ayuntamiento de la ciudad.
Junto al consistorio se encuentra la bonita plaza del Carmen, donde tres fuentes de diferentes estilos convierten el sonido del agua en protagonista. Allí mismo, nos llama también la atención la bonita fachada del convento de las Carmelitas.
Otro de los paseos que no podemos perdernos en esta ciudad alicantina es el que debemos emprender si queremos acercarnos hasta el Seminario Diocesano. Se encuentra situado en un enclave espectacular, en lo alto de un cerro, por lo que hemos de animarnos a ascender por una empinada pendiente, un trayecto en el que es habitual ver a algunos ciudadanos que van arriba y abajo haciendo deporte.
Se puede llegar en coche hasta la cima, sin embargo, lo realmente mágico es realizar el corto trayecto a pie. El premio nos estará esperando en un magnífico mirador que nos ofrece unas vistas fascinantes de la ciudad de Orihuela.
Ya que el ámbito religioso ha marcado nuestra ruta por Orihuela, parece oportuno decir que sería un auténtico pecado terminar nuestra visita sin probar algunos de los platos más típicos de la gastronomía oriolana. Son muchos los locales, entre bares y restaurantes, que nos invitan a degustar delicias de la tierra y tapas tradicionales: arroz con costra, cocido con pelotas, gachas con arrope, pastel de gloria... Parece claro que esta increíble ciudad no solo es hábil conquistando nuestro corazón, también sabe ganarse nuestro paladar. ¡Así de especial es Orihuela!
Imágenes: A. Marquina
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