El azafrán es una de las especias más cotizadas del planeta. En Turquía se encuentra una bella población cuya historia está ligada estrechamente a la producción y comercio de los estigmas de esta flor de tonalidad morada. El vínculo es tan grande que su nombre, Safranbolu, significa literalmente Ciudad del Azafrán, llegando a alcanzar en el pasado gran prosperidad gracias al llamado ‘oro rojo’.
Estamos a unos 200 kilómetros de Ankara, la capital del país, en una fascinante urbe que conserva la genuina esencia de una ciudad típica otomana, característica que le ha valido el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad que otorga la UNESCO.
El comercio siempre ha formado parte del espíritu de Safranbolu, especialmente porque este punto de Turquía fue durante siglos una importante estación de paso para caravanas y mercaderes.
Su centro histórico es un ir y venir de pequeñas callejuelas empedradas repletas de casas realizadas con piedra y madera. Actualmente cerca de 1.000 edificios se encuentran protegidos y se han convertido en uno de los principales reclamos turísticos de esta ‘ciudad museo’.
Safranbolu también presume de contar con un buen número de mezquitas. Una de las más destacadas es la de Izzet Mehmet Pasha, nombre del que fuera un gran visir del Imperio Otomano. Está situada junto al mercado y en pleno corazón de la zona histórica de la población.
Pasear por Safranbolu es un auténtico placer. En nuestro camino nos van saludando palacios, fuentes monumentales, bazares, baños turcos, jardines…
La antigua casa del gobierno de la ciudad es un edificio de tonalidad amarilla que se ha reconvertido en museo local. Aquí vamos a descubrir la historia de la población, su cultura y buenas muestras de su artesanía tradicional.
Si nos alejamos unos 6 kilómetros del centro de la ciudad llegaremos hasta el acueducto de Incekaya, una construcción bizantina en un paraje espectacular. Se encuentra en un entorno que ofrece muchas posibilidades para realizar actividades al aire libre.
Volvemos a la ciudad. Queremos poner la guinda a nuestro paseo por Safranbolu visitando alguno de los bulliciosos bazares de la población, lugares llenos de vida en los que podemos encontrar preciosos trabajos artesanales, variados alimentos y muchos dulces típicos. El más tradicional es el llamado lokum, bocaditos deliciosos elaborados con almidón y azúcar y aromatizados con limón o agua de rosas. Su textura es tan suave que han de cubrirse con trocitos de frutos secos para evitar que se nos peguen a los dedos.
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