No tiene el aire cosmopolita de Shanghái con su espectacular malecón junto al río, el Bund, y sus decenas de rascacielos; tampoco el sabor milenario de Pekín, con sus caprichosos palacios construidos por emperadores aún más caprichosos; pero Chongqing, en el interior de la China profunda, junto al mítico Yangtze, el río más largo de Asia y el tercero del mundo, está “amenazando” a una y otra con su vertiginoso crecimiento y sus planes de desarrollo. Algunos datos indican que ya es la ciudad más poblada de China y la de mayor crecimiento del mundo.
Y eso que no lo tiene fácil, porque Chongqing, que aquí se conoce como "ciudad brumosa" o "ciudad de montaña", está, en efecto, construida entre montañas en el intrincado hueco que dejan las aguas del Yangtze y el Jialing, creando calles y carreteras estrechas, empinadas y muy ventosas. La ciudad es un caos de tráfico porque se entrecruzan vías a distinto nivel formando bucles de hasta 360º, mientras los edificios –la mayoría de viviendas– ocupan los pocos huecos de terreno restantes. Sorprende ver que esos cientos de bloques prácticamente iguales unos a otros, tengan entre 40 y 60 pisos de altura.
Me cuentan que cuando comenzó el rápido crecimiento de Chongqing, los bloques hasta 20 alturas no tenían ascensores para aprovechar mejor el espacio “los habitaban gente joven que podía subir los pisos andando”. Hoy ya no son tan jóvenes pero siguen sin ascensor, aunque, me aclaran, las cosas han cambiado: ahora el Gobierno ha impuesto que los nuevos bloques tengan ascensor... ¡siempre que superen los 17 pisos, si no, no es obligatorio!
Eso sí, algunos de esos altos edificios tienen varias puertas de entrada, una por abajo, como es normal, pero puede haber otra o varias a distintas alturas, según coincidan con el nivel de las laderas que las rodean. También algunos pueden disfrutar del metro a la puerta. Literalmente: el metro aéreo que recorre buena parte de la ciudad, atraviesa varios edificios y hace parada en el portal de algunas de las casas, ¡todo un espectáculo!
Las gentes de Chongqing son duras, construyen túneles a través de las montañas, alzan puentes y pasajes elevados sofisticados. Aunque su principal distracción, como ocurre en muchos lugares del mundo, es el teléfono móvil. Lo usan a todas horas y aunque en China Google y sus derivaciones, como Gmail, Whatsapp, Twitter, Cisco y otras están capadas por el Gobierno, hay sus equivalentes: Baidu es un buscador como Google, QQ ofrece mensajería instantánea, Youku equivale a YouTube, Renren actúa como red social. Los chinos no pueden, pero los extranjeros que lo hagan en su país pueden descargarse la aplicación VPN, un software que se salta la censura digital. Pero lo que más usan es WeChat una aplicación y red social que sustituye a Whatsapp, Facebook, Uber, Tinder y Skype y, sobre todo utilizan WeChat Pay, que es el método de pago y cobro a través del móvil, favorito en todo el país y que se acepta en todas partes. Muy pocos chinos hablan inglés, ni siquiera en hoteles o centros comerciales, aunque lo suelen sustituir con un traductor aplicado en el móvil que les da el resultado de una palabra o frase en chino.
Otro de sus “entretenimientos” es comer, porque la ciudad debe ostentar el record del mayor número de restaurantes por habitante y siempre parecen estar llenos. Además hay miles de puestos que ofrecen sus comidas en la calle por unos pocos yuanes. Abundan los pinchos de distintos sabores que se ofrecen por docenas dentro de un vaso de cartón. Hay especialidades para cada gusto que hay que buscar porque no son habituales: patas y crestas de gallina, balut, un huevo a medio hacer con el feto dentro, saltamontes, arañas y otros insectos fritos, camarones borrachos crudos, cerebros de cerdo, escorpión, abejas y hay un restaurante que propone como plato estrella penes y testículos de diversos animales.
Caliente y picante
Pero también hay comidas más formales y no son cualquier cosa. En mesas redondas con una parte central giratoria se van amontonando enormes platos de todo tipo: carnes, verduras, setas, arroz, pasta, marisco, pescado... unos más reconocibles que otros, hasta completar 16 o 20 variedades. Muchos de ellos picantes, aunque no tanto como los que sirven en México o la India. Como en toda la provincia de Sichuan a la que pertenece, en Chongqing los ingredientes importantes son los chiles, el sésamo, la pimienta de Sichuan, los frijoles negros fermentados, las cebolletas, el jengibre, el ajo, el vino, la soja fermentada y una variedad de condimentos se utilizan en casi 40 métodos de cocción diferentes.
Pero sin duda el plato estrella de la ciudad, que se ha exportado a todo el país y fuera de China, es el conocido como “olla caliente” o hot-pot, una especie de fondue que en lugar de aceite hace hervir un caldo ligero y una mezcla muy picante de diversos ingredientes. Ahí se van depositando distintos tipos de carnes, pescados, verduras, setas, pastas... hasta darles el punto deseado a cada una. Todo se puede combinar con distintas otras salsas. No suele haber términos medios, o te encanta o lo detestas, pero no se puede visitar Chongqing sin probar la olla local al menos una vez.
Y para beber... agua caliente, sí, caliente. No solo la toman en las comidas sino a lo largo de todo el día. Miles de chinos llevan un pequeño termo con agua caliente y lo usan con frecuencia, incluso en muchos lugares hay grifos que la ofrecen gratuitamente. Los más exigentes toman algunas de las ricas cervezas chinas, en botellas de 600 centímetros cúbicos y, eso sí, se llevan el casco, no para reciclarlo sino para conseguir un pequeño descuento en una nueva compra, entregando el recipiente.
Antiguo y moderno
Como en todas las ciudades chinas el contraste entre los antiguo y lo moderno es permanente. Mientras las empinadas y laberínticas calles de Chongqing están permanentemente atascadas por miles de vehículos de alta gama, en muchas aceras, en las puertas de los mercados y estaciones se agrupan cientos de "bang-bang", el apodo de los porteadores con el torso desnudo que llevan mercancías con varas de bambú pero también directamente en los brazos. En la ciudad hay “solo” unos 10.000, nada si se tiene en cuenta que en 2010 había entre 300.000 y 400.000. Hoy tienden a desaparecer por la competencia de motos y servicios de mensajería, aunque éstos no pueden meterse por las muchas escaleras de la ciudad, y sobre todo por las tarifas que siguen manejando: 15 yuanes (menos de 2 euros) por trayecto y, con suerte, hacen ocho o diez al día.
En la ciudad el contraste entre lo viejo y lo vanguardista también se aprecia desde los primeros paseos. Una de las visitas imprescindibles es a Ci Qi Kou, que literalmente quiere decir “Pueblo de porcelana” por la numerosa artesanía de este tipo que allí se creaba y vendía, entre ellas las célebres de las dinastías Ming y Qing (1368-1911). Hoy sigue conservando el aspecto de aldea pero se ha convertido en un gran bazar donde se vende de todo y, por supuesto, hay infinidad de puestos de comida; en algunos de ellos se elaboran sobre la marcha tallarines por cocineros que primero preparan la masa a base de darle golpes y luego colarla por un tamiz, todo ello mientras vocean su arte.
También hay personajes –hombres y mujeres– vestidos y maquillados en la versión china de Madame Butterfly, maestras en la ceremonia del té –hay más de un centenar de salones de té–, talleres de bordado Shu y fabricantes de collares de perlas sobre la marcha con piezas que acaban de extraer de gigantes ostras de río –cuatro veces el tamaño de las de mar– en cuyo interior puede haber hasta una veintena de ellas.
Un carácter similar en cuanto a su arquitectura, tiene Hongyadong, que sirvió como fortaleza militar en el pasado y hoy es un recargado conjunto de casas sobre pilotes de 11 pisos que se apoya en un acantilado sobre el Yangtze. Su interior es un conglomerado de tiendas y restaurantes y punto de cita obligado de cualquier turista. Cuando cae la noche, las lámparas y linternas de tonos cálidos iluminan el conjunto. Con su reflejo en el agua, este brillante complejo es como un pabellón de ensueño que flota entre los imponentes rascacielos que lo rodean.
La parte moderna de la ciudad se muestra en la orillas del Yangtze y el Jialing y es especialmente bella al caer la noche cuando la niebla permanente se diluye y los edificios se iluminan como una gigantesca pantalla publicitaria. Los dos ríos se unen en el muelle Chaotianmen de donde parten los cruceros hacia las Tres Gargantas y también los barcos que hacen el recorrido nocturno de la ciudad. Las coloridas luces de los edificios a lo largo de la orilla, de los barcos en el río y de las estrellas en el cielo forman una encantadora vista nocturna. A principios del verano, el río Jialing es verde y el río Yangtze marrón amarillo con permanentes remolinos y forman un paisaje espectacular.
Al otro lado del río se encuentra Jiefangbei CBD, una zona peatonal y el distrito comercial más próspero y activo del oeste de China. En medio está el Monumento a la Liberación del Pueblo, el único monumento nacional para conmemorar la victoria de los chinos en la guerra chino-japonesa, y la imagen más característica de Chongqing. Esta zona es el núcleo duro de la economía de la ciudad, se conoce como el CDB con el mejor valor de inversión en China y allí están instaladas 47 de las compañías de Fortune 500.
Al encuentro de los dioses
Naturalmente, estando en China, es imprescindible visitar con respeto algunos de sus templos como Huguang Guil o Laojun Cave, el mayor y más importante templo taoísta o el de Huayan en medio de un enorme parque y con un lago donde se celebran festivales de barcos engalanados al estilo tradicional.
Pero los lugares de mayor interés están fuera de la ciudad. El principal es el parque de tallas en roca de Dazu, donde más de 50.000 –¡50.000!– figuras talladas y coloreadas en su mayoría muestran los más altos logros artísticos y demuestran las habilidades más exquisitas. Además hay más de 100.000 caracteres chinos de inscripciones y epígrafes. Su origen se remonta a la dinastía Tang en el año 650 dC. pero se siguió ampliando hasta la dinastía Ming (1368-1644) y la dinastía Qing (1616-1911). Las estatuas budistas dominan en este grupo de tallado en roca, pero también se pueden ver figuras de piedra taoístas y confucianas. En 1999, las tallas de roca de Dazu se clasificaron como Patrimonio de la Humanidad.
Después de tantas visitas, apetece un poco de relajación. Para ello nada mejor que el Southern Hot Springs Park, construido en 1927, en las afueras de Chongqing. Cuenta con unos 110 baños y tres piscinas todas ellas de aguas termales a distintas temperaturas, llegando hasta los 42 grados. El visitante recibe una toalla y la imprescindible bolsa de plástico para el móvil porque ni siquiera bajo el agua se deja de usar. Las aguas termales contienen abundantes minerales que pueden rejuvenecer el metabolismo corporal y curar algunas enfermedades, como las relacionadas con la piel, la artritis y el reumatismo. Pero especialmente favorecen el relax ya que están entre verdes colinas cubiertas de bosques, arroyos límpidos y manantiales de cristal, magníficas cascadas y cuevas aisladas.
No se puede abandonar Chongqing sin saludar a uno de sus habitantes más famosos: el oso Panda. De aquí proceden la mayoría de los que se encuentran repartidos por los zoológicos de todo el mundo, pero curiosamente ninguno es propiedad de los parques ya que son patrimonio nacional de China y solo son prestados.
En el Parque Zoológico de Chongqing hay más de 200 especies de animales y 1000 aves, entre ellos el Yakin, el argali, el tigre del sur de China, el gato dorado, el leopardo nublado y el elefante asiático, pero sin duda los principales protagonistas son la docena de pandas que lo habitan. Están en espacios separados ya que son poco sociables, salvo los gemelos Yu Bao y Yu Bei, que acaban de cumplir dos años. Los pandas están en peligro de extinción y China tiene previsto abrir en breve el primer parque nacional de osos panda gigante del país, que acogerá unas 8.000 especies distintas de animales y plantas y abarcará unos 27.000 kilómetros cuadrados, en las provincias de Sichuan, Shaanxi y Gansu, en el centro-oeste de China, y tendrá el triple de extensión que el parque nacional de Yellowstone en Estados Unidos. Otra obra faraónica china.
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Fotos: Carmen Cespedosa
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