Al norte de Myanmar, a cerca de 150 kilómetros de la ciudad de Mandalay, nos encontramos con una auténtica joya del patrimonio histórico y cultural birmano. Estamos en Bagan, la antigua capital del reino de Pagan, un lugar excepcional situado en una meseta que guarda uno de los grandes tesoros arqueológicos del mundo.
Templemos nuestras emociones, porque este mágico paseo por el antiguo Bagan nos va a dejar gratamente sin aliento. Ante nosotros se abre una verde alfombra cubierta por más de 2.000 pagodas y templos budistas espectaculares. Recordemos que el budismo es practicado por casi el 90% de los birmanos.
Todas estas maravillosas construcciones fueron creadas entre los siglos XI al XIII y se encuentran protegidas por una muralla con diferentes puertas de acceso. Al fundador del antiguo reino de Pagan, el rey Anawratha, se atribuye uno de los períodos de mayor esplendor de toda la región: introdujo el budismo e inició la creación de todos estos monumentos religiosos que hoy nos dejan boquiabiertos.
La riqueza cultural e histórica que acumula esta zona es más que evidente, y el espectáculo visual que ofrece es único. Por ello extraña que este lugar aún no figure en la lista de Patrimonio de la Humanidad que elabora la UNESCO, aunque sí que existe un proyecto para que ingrese en breve en este listado. Posiblemente, los daños causados por los terremotos y las irregulares restauraciones realizadas por el anterior gobierno del país han sido causas clave de esta demora.
Es indudable que estamos ante una de las grandes atracciones birmanas que es visitada por miles de viajeros todos los años. A pesar de su gran magnitud, recorrer la antigua Bagan es relativamente sencillo gracias a los senderos de tierra señalizados que nos van indicando el camino. Una buena opción es lanzarnos a explorar la zona en bicicleta. También es muy atractiva la posibilidad de sobrevolarla en globo. Sin embargo, si nuestra intención es visitar todos los templos, deberíamos empezar a pensar en quedarnos a vivir en este lugar una temporada, debido al elevado número de monumentos religiosos que hay en Bagan.
El mes de enero es uno de los mejores momentos del año para disfrutar de este punto del planeta. Es el momento en el que se celebra el gran Festival Ananda en torno a la pagoda del mismo nombre, uno de los templos más bellos y populares de Bagan. La jornada festiva coincide con la luna llena y simboliza la infinita sabiduría de Buda. Todo el mundo participa: aldeanos, compañías de teatro, peregrinos y un millar de monjes que animan el ambiente con sus cánticos.
Bagan es uno de los rincones más fascinantes de Asia. Contemplar un amanecer o una puesta de sol en este lugar es una experiencia que jamás se olvida.
Revista Viajes y Lugares
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