De Aveiro a Costa Nova: entre moliçeiros y palheiros

A nadie se le escapa que Portugal está repleto de lugares fascinantes. Uno de ellos es en esta ocasión nuestro destino. Nos acercamos a la costa norte del país luso. Allí, a menos de 80 kilómetros de Oporto, encontramos la preciosa localidad de Aveiro.

Estamos en una encantadora población costera que se ha ganado el apelativo de Venecia portuguesa por sus numerosos canales, carreteras de agua por las que navegan los moliçeiros, barcos de vivos colores que proporcionan al lugar un toque pintoresco y alegre. En el siglo pasado estas góndolas portuguesas eran las que tradicionalmente se utilizan para recoger una planta acuática que se encuentra en el fondo de la ría de Aveiro. Esta especie de alga se dejaba secar al sol y posteriormente era utilizada como magnífico abono en terrenos agrícolas.

Los moliçeiros están decorados con colores intensos y dibujos que representan diferentes escenas más o menos cotidianas. Todas ellas cuentan con una leyenda que las describe, siempre en clave distendida o con cierto sentido del humor. En la actualidad la principal función de los moliçeiros es turística y se han convertido en uno de los grandes atractivos de la localidad. Los trayectos en barco suelen durar 45 minutos y cuentan con el aliciente añadido de los bonitos edificios modernistas que van apareciendo a nuestro paso. De hecho, la población ha sido distinguida como ciudad-museo del Modernismo en Portugal. En definitiva, nadie debería marcharse de Aveiro sin disfrutar de un plácido paseo en estos bonitos barcos.

En Aveiro también encontramos diferentes iglesias y museos. Todos ellos nos ofrecen una interesante visita. También existe otro edifico que hace honor a uno de los puntos fuertes de Portugal: la cerámica. Se trata del Centro de Congresos de la ciudad, ubicado en un hermosa construcción de arquitectura industrial que en su origen se dedicaba a la fabricación de ladrillos, tejas y diversos productos cerámicos.

Hemos iniciado nuestro paseo por Aveiro navegando en los canales de la ciudad, pero esta población lusa también nos invita a caminar sobre la arena. Nuestros pasos nos acercan ahora hasta Costa Nova, a unos 14 kilómetros del centro de la ciudad, una preciosa playa que es muy apreciada tanto por lugareños como por visitantes. A la belleza natural del lugar se une la presencia de las casas que hemos venido a buscar: los palheiros. Estas sencillas edificaciones de madera servían en el pasado para guardar las redes y demás accesorios de pesca que utilizaban los pescadores de la zona.

En el siglo XIX un político portugués de la época decidió construir su propio palheiro. En él celebraba reuniones con otros políticos e intelectuales del momento. Aquella circunstancia provocó que estas encantadoras casas se pusieran de moda como residencia de verano y lugar de ocio, oportunidad que aprovecharon sus propietarios, todos gentes del mar, para alquilarlas a aquellos que se mostraban interesados. Para mejorar la estética de los palheiros decidieron pintarlas con rayas verticales de colores, ¡y vaya si lo consiguieron!

Estas sencillas y alegres residencias de verano consiguen dibujar un escenario cromático muy singular lleno de amarillos, rojos, verdes, azules, anaranjados… Actualmente son el principal reclamo turístico de este fascinante punto del litoral portugués, pero no el único. La gastronomía de Aveiro es otro de los platos fuertes de este destino atlántico. En la tradición culinaria del lugar no faltan los productos del mar, mariscos y pescados como el bacalao. En la parte más dulce de este aspecto, los ovos moles son postre típico de la región. Es un pastelillo tradicional a base de yema de huevo y azúcar cuya receta original procede de los conventos de monjas. 

Revista Viajes y Lugares