Hace más de 2.000 años el emperador Qin Shi Huang logró la proeza de unificar el territorio chino, por entonces dividido en estados feudales. Se convirtió en todo un héroe, dejando una estela que es admirada aún hoy en día.
Si nos acercamos a su figura someramente es porque bajo su imperio se planificaron y construyeron dos de las grandes maravillas del mundo: la Gran Muralla y los Guerreros de Terracota de Xi’an, mastodónticas obras que reciben la visita de cientos de turistas todos los días.
La Gran Muralla China
Este antiguo guardián del territorio chino es una enorme fortificación que serpentea a lo largo de más de 6.000 kilómetros por las montañas del país asiático. Ya innecesaria su antigua utilidad como gran puesto de vigilancia para advertir de posibles ataques, es un valor turístico incomparable que millones de personas visitan todos los años, aunque no en su totalidad, algo comprensible si tenemos en cuenta la longitud del recorrido.
Soldados, campesinos, granjeros, prisioneros… Todos participaron en la construcción de esta colosal obra siguiendo las órdenes del emperador. Muchos murieron durante el proceso, un trabajo que se prolongó durante cerca de dos mil años. Este gran símbolo chino, declarado Patrimonio de la Humanidad, ha sido restaurado en diversas ocasiones por algunas de sus partes.
¿Es la única obra humana visible desde el espacio? Difícil confirmarlo para aquellos que no hemos tenido la suerte de viajar al espacio exterior, por lo que nos vemos obligados a barajar teorías ajenas que, por cierto, parecen no llegar a un acuerdo al respecto. Debemos entender que su observación dependerá de muchos factores: la distancia de quien mira respecto al planeta tierra (el espacio es enorme), las condiciones atmosféricas, la posición y ángulo, etc.
Los Guerreros de Terracota
Qin Shi Huang quería un ejército inmortal que le acompañara al más allá. Una forma, según pensaba probablemente el emperador, de llevarse su poder al otro mundo. No sabemos si están con él, allá donde se encuentre, pero los miles de guerreros de terracota que ordenó crear siguen custodiando su mausoleo.
Es curioso que se desconociera la existencia de este enorme ejército hasta 1974, año en el que fue descubierto por casualidad por un campesino de Xi’an cuando se encontraba cavando un pozo en el terreno. Imaginamos que el humilde labriego se quedaría también de terracota ante el sorprendente hallazgo.
Estos cerca de 8.000 soldados de tamaño natural y dispuestos en formación con actitud vigilante, lucían vivos colores que han ido desapareciendo con el paso del tiempo. Incluso, originalmente estaban provistos de armas de bronce. Otra de las peculiaridades que llama la atención es que cada figura es diferente y posee rasgos personalizados, apreciándose también diferentes rangos militares en sus uniformes.
La UNESCO declaró a los Guerreros de Xi’an Patrimonio de la Humanidad en 1987. Más tarde, en 2010, los responsables de la excavación recibieron el Premio Príncipe de Asturias por su labor.
Revista Viajes y Lugares
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