Cada mes de marzo la ciudad de Valencia recibe a la primavera con la alegría y el bullicio de su fiesta más destacada: las Fallas. Esta celebración está dedicada al patrón de la ciudad, San José, y se desarrolla entre los días 15 y 19, aunque la actividad festiva comienza a vivirse desde inicios de mes.
La fiesta más internacional de la Ciudad del Turia está declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y consiste en una perfecta combinación de música, pólvora, tradición y mucho arte que queda plasmado en los grandes iconos de la celebración: los monumentos falleros. Alrededor de 800 se levantan en las calles y plazas de la ciudad, elaborados con diferentes materiales, como madera o cartón piedra, pudiendo llegar a exhibir una altura de más de veinte metros.
Los monumentos o fallas son una explosión de color, ingenio y crítica social y política que adoptan la forma de “ninots”, figuras creadas por los artistas falleros a lo largo de todo el año que desaparecen entre las llamas en la tradicional Nit de la Cremà, acontecimiento que marca el final de la celebración. Durante unos días la ciudad se convierte en un auténtico museo lleno de arte efímero, concepto que sorprende a los foráneos, pero que se asume con naturalidad entre los valencianos, que ven el momento final de las Fallas como el inicio del camino hacia una nueva celebración.
Algunas actividades clave
En el ir y venir de la fiesta hay algunas citas ineludibles, como la mascletà diaria, emocionante tormenta de pólvora provocada por potentes petardos que explosionan en el cielo valenciano originando un espectacular estruendo. Por las noches toman el protagonismo los castillos de fuegos artificiales, formando bellas combinaciones de color y sonido. Uno de los más esperados se lanza en la denominada Nit del Foc, que tiene lugar la víspera del día grande de la celebración.
La Ofrenda de Flores a la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad, es uno de los actos más emotivos y vistosos. Los días 17 y 18 de marzo todos los miembros de las comisiones falleras, ataviados con el traje regional y acompañados de las bandas de música que amenizan el camino, discurren por las calles de la ciudad en dirección a la Plaza de Virgen, lugar en el que ofrecen su homenaje floral a la “Geperudeta”, que es como cariñosamente llaman los valencianos a su patrona. Con los cientos de ramos de flores que se reúnen a lo largo de las dos jornadas de ofrenda se elabora el manto que cubre la imagen de la virgen. El resultado final es digno de ser contemplado.
Las calles iluminadas
Un reducido grupo de comisiones falleras compite cada año por el premio a la mejor calle iluminada. Estas calles valencianas se visten con impresionantes combinaciones de luces, color y música, montajes espectaculares que congregan a cientos de personas cada año. Son auténticas obras de arte elaboradas con más de un millón de bombillas.
Paellas y buñuelos: los reyes gastronómicos de la fiesta
Además de todos los actos oficiales, cada comisión fallera organiza sus propias actividades, imparables durante los días de la fiesta, como verbenas, noches musicales, divertidos juegos para los más pequeños, paellas… Hablando de paellas, no podemos dejar de probar el plato más típico e internacional de Valencia. Con el arroz como ingrediente principal, es una delicia que gusta tanto a los mayores como a los más pequeños.
Unas Fallas tampoco estarían completas sin disfrutar de los tradicionales buñuelos con chocolate. Podemos encontrarlos en cualquiera de los numerosos puestos de venta callejeros que se reparten por toda la ciudad.
Revista Viajes y Lugares
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