Cualquier recorrido para seguir las huellas de Claude Monet en Normandía comienza por donde debería acabar, el lugar donde pasó más de la mitad de su vida y donde murió el 5 de diciembre de 1926. Se trata de Giverny, un pequeño pueblo a orillas del Sena con a penas 500 habitantes, de la casa donde vivió y, sobre todo, del bello jardín que creó y cuidó y que fue inspiración para algunas de sus mejores pinturas.