Las 108 estupas del paso de Dochula

Bután, el pequeño reino del Himalaya, es un lugar que enamora con su belleza natural, su rica cultura y su singular enfoque en la felicidad de sus habitantes. Es un destino que ha permanecido durante mucho tiempo aislado del mundo, lo que ha contribuido a preservar su autenticidad y su herencia cultural. Pero a medida que el país se ha abierto al turismo, el mundo ha tenido la oportunidad de descubrir sus encantos. 

La capital de Bután, Timbu, cuenta con antiguos monasterios y con la emblemática fortaleza de Tashichho Dzong, que alberga el gobierno y las oficinas del rey. Punakha, por su parte, es una ciudad histórica y espiritual, conocida por su impresionante palacio-fortaleza construido a la orilla del río Pho Chu. Estas dos ciudades, separadas por unos setenta kilómetros de carretera de montaña, están unidas por el pintoresco paso de Dochula, una parada imprescindible y nuestro protagonista en este viaje. 

El paso de Dochula es un auténtico tesoro en lo alto de las montañas, que se alza majestuoso a más de tres mil metros sobre el nivel del mar y ofrece una panorámica de ensueño del Himalaya. Dochula es un lugar único, famoso por sus 108 estupas conmemorativas que se alinean en su cima, creando un escenario verdaderamente impresionante. 

El paso de Dochula es un regalo de la naturaleza, un hito en el viaje entre Timbu y Punakha que nos sumerge en un mundo de majestuosas montañas e historias antiguas. A medida que nos acercamos al paso, la emoción comienza a crecer, y las vistas se vuelven cada vez más impresionantes. Dochula se encuentra a poco más de treinta kilómetros de Timbu, y la carretera que nos lleva hasta allí está flanqueada por densos bosques de rododendros, una visión de colores en primavera, cuando los árboles están en flor. 

Una vez que alcanzamos el paso de Dochula, quedamos asombrados por la belleza que despliega. Aquí el aire es nítido y fresco, y las vistas del Himalaya son simplemente espectaculares. Las majestuosas montañas se extienden a lo lejos, cubiertas de nieve y bañadas por la luz dorada del sol. Es un lugar donde el tiempo parece detenerse, y la paz y la serenidad llenan el alma. 

Sin embargo, lo que hace que Dochula sea aún más especial son las 108 estupas que decoran la cima del paso. Estas estupas son monumentos conmemorativos construidos en memoria de los soldados que perdieron la vida en una insurgencia en el sur de Bután. Cada una de estas estupas es única en su diseño y cuenta con intrincados detalles. Juntas, forman un círculo alrededor de un área central, creando una vista impresionante que se mezcla armoniosamente con el paisaje circundante. 

La energía espiritual que emana de las estupas y del entorno natural es palpable. Muchos visitantes aprovechan este lugar para meditar o simplemente disfrutar de la paz y la tranquilidad que ofrece Dochula. Además, la vista panorámica es un escenario perfecto para tomar fotografías impresionantes que serán recuerdos imborrables de nuestro viaje. 

El paso de Dochula también es el escenario de un festival anual verdaderamente especial. Cada año, a mediados de diciembre, Dochula cobra vida con la celebración del Dochula Druk Wangyel Festival. Es una experiencia única, ya que combina la rica herencia cultural de Bután con la espectacular belleza natural del lugar. 

Durante el Dochula Druk Wangyel Festival, los locales se visten con trajes tradicionales coloridos y participan en danzas tradicionales y actuaciones folklóricas. La música, la danza y el canto se mezclan con la vibrante atmósfera del lugar, creando un ambiente de celebración y alegría. 

Lo más destacado del festival es la danza de las máscaras, una forma artística en la que los bailarines interpretan a deidades, demonios y figuras históricas. Además de las actuaciones, el festival ofrece una variedad de deliciosos platos tradicionales de Bután que puedes disfrutar mientras te empapas de la cultura local. También hay puestos de artesanía donde puedes adquirir suvenires únicos hechos a mano. 

La mejor época para visitar Dochula es durante los meses de invierno, de diciembre a febrero, cuando las montañas están cubiertas de nieve y el aire es especialmente nítido. Sin embargo, cualquier época del año es una buena elección, ya que cada temporada tiene su propio encanto. 

El paso de Dochula nos recuerda que, en un mundo donde la prisa es la protagonista, todavía existen lugares donde se respira paz y serenidad, y donde la conexión con la naturaleza y la esencia de la vida se pueden experimentar en su máxima expresión.