Ninguna ciudad del mundo es, por sí misma, representativa de todo un país. Pero sin duda Hoi An aglutina y condensa muchos de los elementos característicos de Vietnam. Vietnam es una nación fascinante, llena de sonrisas, cultura, tradición, historia, arquitectura, paisajes y con una gastronomía maravillosa. Y eso es lo que podemos encontrar en Hoi An.
Hoi An fue una ciudad portuaria, una de las más importantes en la ruta de especias, sedas, porcelanas… Eso la convirtió en un lugar comercial con influencias multiétnicas y pluriculturales de diversos países, especialmente de China, Japón y Francia, y en menor medida de Portugal, Holanda, Reino Unido e India.
Hoi An se encuentra en la desembocadura del río Thu Bon. Su estratégica ubicación, prácticamente en la mitad del país, la hicieron ser uno de los puertos más importantes de Asia. Aunque se han encontrado vestigios de vida, principalmente cerámicas, de más de 2000 años de antigüedad en la zona, el enclave empezó a adquirir importancia bajo el imperio Champa, ya en el siglo X; pero por entonces se la conocía con el nombre de Hai Pho, ciudad playa y no es hasta finales del siglo XVI donde se funda con el nombre de Hoi An. Sin embargo en el siglo XIX, por pérdida de cauce en el río Thu Bon que lo hizo innavegable, el puerto fue trasladado unos 30 kilómetros hasta la ciudad de Da Nang. Sin embargo no es posible intentar comprender Hoi An sin la influencia multicultural y plurinacional de su pasado. Una ciudad que por momentos parece escapar del paso del tiempo, los coches tienen prohibido circular por su casco histórico, y devolverte a una época atemporal.
Si recorremos sus calles centenarias, nos encontramos con una arquitectura variopinta y con muchas influencias extranjeras donde destacan los edificios construidos en madera. La especial preservación de estos edificios y su buen estado, con más de 800 construcciones declaradas de interés histórico, hicieron que el conjunto de la ciudad antigua de Hoi An fuera reconocida en 1999 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Entre estos edificios históricos se encuentran templos y pagodas, antiguas casas de reuniones chinas, teterías y comercios, muchos han sido reconvertidos en restaurantes y hoteles. Porque la gastronomía es otro delos encantos de Hoi An. Una gran muestra de la variada cocina vietnamita, con influencias extranjeras. El Cao lau, el banh bao bahn vac o el tradicional banh mi son algunas de las principales muestras que podemos encontrar en todo tipo de restaurantes o en multitud de puestos callejeros.
Entre los cientos de edificios significativos que alberga la parte antigua de la ciudad, cabe destacar los Museos de Cerámica y de la Cultura Huynh, la casa de Tan Ky, el Templo Quan Cong o el Quan Hai nam, entre muchos otros. Pero sin duda el símbolo de la ciudad y la construcción más significativa es el Chua Cau o puente japonés. Un puente de madera, construido en el siglo XVI, que históricamente separaba los barrios chinos y japoneses. Es un puente único por ser techado y tener adyacente un templo budista. La leyenda del lugar cuenta que se construyó para que sus pilares atravesaran el corazón de un monstruo que yacía en las profundidades del agua y que era el causante de movimientos sísmicos.
Pero todo este paseo por el centro histórico de Hoi an y la influencia de su pasado sobre la actualidad no queda completo sin la presencia de las barcas típicas de pescadores que aún recorren el río, y son un aliciente turístico, y de la enorme tradición comercial heredada. Tiendas y puestos de artesanía, especialmente de los típicos farolillos de colores que decoran la ciudad, y que por la noche la iluminan, y multitud de sastrerías a medida capaces de hacer casi cualquier vestimenta que se les muestre. Aquí los hay, como en cualquier parte, muy buenos, no tan buenos, y algunos aprovechados, y de todos los precios, pero por lo general se encuentran cosas muy interesantes y económicas.
Pero ni Hoi An ni su historia acaban ni mucho menos ahí. Como indicaba su nombre antiguo, Hai Pho, la ciudad playa, a escasos 4 kilómetros del centro de la ciudad se encuentra la playa. El clima tropical y cálido todo el año hace que sea otro de los grandes atractivos. Los 29 kilómetros de playa, que se estiran desde Hoi An hasta Da Nang son prácticamente sin edificar o con edificios pequeños, sin embargo según nos vamos acercando a la gran ciudad de Da Nang, casi un millón de habitantes, empiezan a proliferar los grandes hoteles y los edificios altos. Poco antes de llegar a Da Nang desde Hoi An se encuentra el Templo de Mármol. Un conjunto de 5 colinas que ya por su visón y su enclave valen la pena, pero que son un conjunto de grutas y templos que se encuentran en lo alto de 5 colinas de piedra caliza y mármol. Y frente a la costa de Hoy An, a apenas 9 millas náuticas se encuentra el archipiélago de las Islas Cham, aguas cristalinas especialmente propicias para el snorkel. Son varios los tours que salen a diario desde Hoi An para visitar sus playas de arena blanca y sus poblados y mercados típicos de pescadores, sin embargo para poder disfrutarlo sin las prisas de una excursión organizada es aconsejable quedarse a dormir allí.
My Son
Como ya hemos señalado, lo que hoy es Hoi An empezó a desarrollarse como puerto y ruta comercial bajo el dominio del Imperio Champa. A unos 37 kilómetros de Hoi An se encuentra la antiguo Santuario de My Son, un conjunto de 70 templos construidos entre el siglo IV y el XIV, dedicados al Dios Shiva. En 1937 los franceses comenzaron la restauración de los templos y la mayor parte de ellos se restauraron entre 1939 y 1943. Sin embargo muchas de las construcciones sufrieron daños o fueron destruidas durante la guerra de Vietnam. La región sufrió bombardeos en 1969. A este respecto, es especialmente significativo como la Guerra de Vietnam no afectó a la estructura de la ciudad de Hoi An, donde ambos bandos respetaron y acordaron no atacarla, cosa que no hicieron con otras zonas históricas como la Propia My Son o la ciudad de Hue. Fuera o no por el carácter cosmopolita, abierto, y acogedor de Hoi An, esto la convierte en una de las ciudades mejor conservadas y en una puerta siempre abierta, para poder aproximarse a todo un país.
Galería de Daniel Laseca
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