Javier Reverte es una referencia esencial en la literatura de viajes. Comenzó hace más de 30 años escribiendo su trilogía sobre Centroamérica. Y, sin duda, su trilogía sobre África, formada por El Sueño de África, Vagabundo en África y Los Caminos Perdidos de África, lo encumbró como un autor esencial en la literatura de viajes.
Desde entonces no ha dejado de acercarnos, desde un plano humano y lleno de sensaciones, destinos que nos hace percibirlos tan cerca que casi podemos sentirnos en ellos. Grecia, Turquía, Roma, Canadá… y, más recientemente, China o Nueva York son algunos de los destinos que nuestro invitado desnuda para ver su lado más íntimo y personal y desvelarnos algunos de sus secretos.
Viajero incansable, escritor, observador, comprador de almas. ¿Cómo es eso?
No creo que sea todo eso. Me suelo cansar viajando, escribo por gusto y, eso sí, soy muy mirón. No compro almas, vendo la mía.
Mefistófeles también pretendía el alma de Fausto, y él anhelaba el instante perfecto, aquel que detener. ¿Con cuál de los dos personajes te identificas más? ¿Tú has encontrado algún momento, o lugar, que quisieras detener?
Siempre con el diablo. Me hubiera gustado detener el tiempo en la España de 1987: yo era joven y era un país justo.
Muchos ven en ese errar constante, en ese nomadismo, la manifestación de la libertad. Sin embargo,otros ven una fuga, un hastío, una búsqueda constante, como Fausto. ¿Cómo lo ves tú?
Las dos cosas. Me voy porque me da la gana y me escapo de lo que me aburre.
¿Entre todos tus viajes has encontrado algún lugar que te haya llamado especialmente la atención, para bien y también para mal, en cuanto a nivel educativo, político y social?
Canadá.
¿Cuántas veces has tenido que comer algo que en otras circunstancias no hubieras comido? ¿Recuerdas alguna especialmente significativa?
En Guinea Ecuatorial, en una aldea del río Muni, tuve que comer el brazuelo guisado de un mono para no quedar mal. Sabía a niño asado.
África es un lugar al que siempre vuelves, pero que has dicho que hay que tomarlo en pequeñas dosis. Muchas veces tengo la sensación que se trata y se habla de África como un país, más que como el segundo continente más grande, el de más lenguas y probablemente el de más diversidad cultural. ¿Ves elementos comunes entre los países de África y hacia dónde se mueve, sientes en cada viaje un cambio? ¿De dónde a dónde?
No hay que hablar de África, sino de Áfricas. El elemento común es que han sido países explotados históricamente por el colonialismo y, más tarde, por las multinacionales. El cambio lo he visto en el lento avance de la democracia, en países como Suráfrica.
En la creación de la Unión Africana, en 2001 en Adís Abeba, se dijo que creían que con los movimientos de independencia ya estaba todo logrado, pero que se dieron cuenta que era entonces cuando tenían que empezar a hacer las cosas. ¿Qué diferencia al África colonial, de la postcolonial?
Que los explotadores de entonces eran los imperios europeos y los de ahora son, o bien las dictaduras, o bien las multinacionales. Pero hay excepciones.
En tu libro Vagabundo en África cuentas cómo fuiste detenido en el río Congo por una patrulla drogada y borracha. ¿Es la vez que más miedo has pasado? ¿Qué es lo que más has temido?
Es una de las veces en mi vida que más miedo he pasado. Y lo que temía, sobre todo, era que me torturasen antes de matarme. No pasó ninguna de las dos cosas.
Tus últimos libros, New york, China, Roma, Irlanda… ¿Te has vuelto más prudente a la hora de elegir los destinos? ¿Qué te hace escoger uno u otro?
No es prudencia, es casualidad. Pero supongo que la cercanía de la vejez influye. Tengo menos ganas de recorrer desiertos en autobuses atestados de gente mal lavada y de insectos. Manías.
¿Cómo afecta no conocer el idioma a la hora de viajar?
Mucho, porque te comunicas menos. Pero las señas sirven y siempre hay algo que sabe decir “my tailor is rich”.
¿New York, New York..? Muchas veces se ha dicho que New York no es EEUU. ¿Cómo lo ves tú?¿Y qué es para ti Nueva York?
NY es la más americana de las ciudades de EEUU y la que menos. La veo sobre todo como pura energía. Y eso es lo que me fascinó de ella.
China y EEUU, tienen diferencias evidentes, ¿Pero semejanzas, va una a sustituir a la otra?
No creo que China alcance nunca la potencia de los EEUU y menos aún su influencia cultural. No imagino una Marilyn china, por ejemplo.
¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a la literatura de viajes, como es la convivencia, o la coexistencia?
A la buena literatura no le afectan los soportes de comunicación: es buena o es mala. En todo caso pueden acercarla más a nosotros.
Te he escuchado decir que caminar es para ti una de las claves para ser un buen viajero, o que el turista no sabe caminar y que eso diferencia realmente al viajero del turista. ¿Además de caminando, cómo se aprende a caminar bien?
No forzando la marcha, mirando alrededor sin descanso, respirando hondo y sin dejar que se te escape la visión de una mujer hermosa.
Para ti un viaje que no te cambia, no es un viaje aprovechado. En general, ¿Cómo te han ido cambiando todos estos viajes?
Soy más tolerante y menos tonto.
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Foto de portada: Luis Alberto García.
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