La samba, el fútbol y el carnaval son las pasiones confesables de los cariocas. Más de 70 escuelas de samba, 4 de los mejores equipos de fútbol de la Primera división brasileña y 6 intensos días de Carnaval conforman el marco más reconocible de Río de Janeiro, junto al Cristo Redentor del Corcovado, el Pan de Azúcar, las playas de Ipanema y Copacabana y sus más de 1.300 favelas.
Río embauca, encandila y conquista de inmediato. Y sus 1.182 kilómetros cuadrados acogen extensas playas, densa vegetación atlántica, lugares únicos y pintorescos, barrios con encanto y ostentosas avenidas. Una ciudad viva y entusiasta.
Lugares emblemáticos y playas
Cristo Redentor
La imagen icónica por excelencia de Río de Janeiro es el Cristo Redentor en el cerro del Corcovado. Considerado actualmente como una de las maravillas del mundo actual, custodia la ciudad cual ángel protector de los cariocas, desde una altura de 700 metros sobre el nivel del mar, elevándose 30 metros sobre una plataforma de 8 metros en el interior del exuberante parque nacional de Tijuca. La estatua art decó más grande del planeta.
Pan de Azúcar
Frente al Corcovado se eleva el morro de Pan de Azúcar, un peñasco granítico que se alza hasta los 390 metros sobre la bahía de Guanabara, que divide las playas de Flamengo y Botafogo a un lado y las de Copacabana e Ipanema al otro. Se asciende a través de teleférico o mediante un sendero que lleva hasta la cima.
Y si amplias y bellas son las cuatro playas nombradas, las dos últimas ostentan la fama. Ipanema es más selecta que Copacabana pero ésta la más popular de Río. La primera se extiende hasta casi los 2 kilómetros de longitud, la segunda llega a los 4 kilómetros. El ambiente de Ipanema es más distinguido; el de Copacabana, más turístico. No obstante, las de Flamengo y Botafogo no tienen nada que envidiarlas. Menos espaciosas pero igual de cautivadoras.
Fútbol y samba
Si Maracaná es la catedral del fútbol mundial, el sambódromo de Sapucai es el escenario perfecto para la samba.
Estadio de Maracaná
El estadio de Maracaná destila fútbol y exuda pasión. Actualmente cuenta con una capacidad de 78.800 espectadores, aunque originariamente llegó a acoger hasta 200.000 personas, pero las sucesivas remodelaciones han ido rebajando su aforo para adecuarlo a los nuevos tiempos y ofrecer mayor confort. Ha sido protagonista de las finales de los mundiales de fútbol de 1950 y 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016 y ahora alberga los partidos de dos de los cuatro equipos de Río que juegan en el Brasileirao (la Primera División brasileña): Flamengo y Fluminense; mientras que el Botafogo los disputa en el Olímpico Nilton Santos (que acogió las pruebas de atletismo de Río 2016) y el Vasco da Gama en Sao Januario.
El sambódromo del Marqués de Sapucai, inaugurado en 1984, es el mayor espacio al aire libre con 700 metros de longitud, flanqueado por unas gradas con capacidad para 75.000 personas, por donde desfilan las escuelas de samba de Río de Janeiro durante las cinco noches de los festejos de sus prestigiosos carnavales. Un recinto que además cuenta con otras opciones de ocio, tales como restaurantes, heladerías o tiendas de recuerdos.
Emplazamientos pintorescos y favelas
Escaleras de Selaron
Pero si la samba alcanza su mayor apogeo en Sapucai, en el barrio de Lapa se disfruta del animadísimo ambiente nocturno para soltarse con estos ritmos, considerándose el centro de la vida nocturna de Río de Janeiro, rebosante de bares, clubs y discotecas.
Catedral Metropolitana de San Sebastián
Pero no todo es música en Lapa. Allí se ubican las famosas Escaleras de Selaron, cuyos 215 peldaños están revestidos de piezas de cerámica de vistosos colores, que desembocan en el pintoresco barrio de Santa Teresa, el más bohemio y artístico de la ciudad, que puede recorrerse en un curioso tranvía turístico; los Arcos de Lapa, el acueducto carioca con casi 300 metros de longitud y 17 metros de altura y la Catedral Metropolitana de San Sebastián, un edificio modernista de construcción cónica e inspirada en las pirámides mayas de Centroamérica.
Favelas
Las favelas completan el colorido óleo de Río de Janeiro, erigiéndose en una de las postales más reconocidas de la capital carioca. Ubicadas en los cerros que rodean la ciudad, nacieron como asentamientos irregulares a principios del siglo XX y se han ido aglomerando posteriormente entre la vegetación y lo abrupto del terreno. Las más conocidas, incluso con tours turísticos por el interior en alguna de ellas, son las de Rocinha, Vidigal y Cidade de Deus, una de las zonas más peligrosas de la ciudad.
Río es color y frenesí. Icónica y espectacular. Sin duda, la metrópoli más seductora del continente americano.
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