Dicen que hacer el Camino de Santiago es una experiencia que te cambia para siempre, y que también te lleva a repetir tarde o temprano. Si te estás planteando hacer la ruta xacobiana, pero no sabes cuál de las opciones elegir, vamos a ayudarte a elegir una de las más famosas que hay: el Camino Francés.
Una senda que recibe su nombre por su origen, ubicado en plena Francia o en la frontera con España, y que es recorrida por miles de personas año tras año. Peregrinos de todo el mundo se animan a hacer este recorrido para exprimir al máximo cada kilómetro mientras llegan a Santiago de Compostela. ¿Y quieres saber por qué? En ese caso, sigue leyendo, porque te vamos a dar todas las razones que han elevado su popularidad.
¿Por qué es tan recomendable hacer el Camino de Santiago Francés?
Hay muchas razones por las que hacer el Camino de Santiago Francés, pero la principal y más importante es que te va a cambiar por completo. Seas creyente o no, este viaje es una oportunidad para conocerte mejor a ti mismo y crecer tanto a nivel personal como a nivel espiritual. Tendrás todo el tiempo y el espacio que necesites para reflexionar, replantearte metas y prioridades mientras haces este recorrido y conoces a personas de todas partes del mundo, forjas nuevas amistades y vives toda clase de experiencias con o sin ellas. Es una aventura a todos los niveles.
Por supuesto, no hay que pasar por alto los paisajes de este recorrido. Se puede hacer por Roncesvalles o por Aragón, partiendo en ambos casos de una localidad francesa o de los Pirineos para pasar por innumerables enclaves con unas vistas impresionantes de Pamplona, Logroño, Burgos, León, Ponferrada y, por supuesto, Santiago de Compostela. Montañas, prados, bosques, ríos, arroyos, estanques... Encontrarás una variedad única en el mundo, un paisaje ideal para desconectar de la rutina e inmortalizar infinidad de escenas para guardarlas contigo.
Otro factor determinante es el elemento cultural y sobre todo histórico de este camino. Además de las imponentes vistas de los paisajes, los peregrinos de la ruta francesa se cruzan con numerosos monasterios, pueblos antiguos e iglesias que reflejan a la perfección diferentes etapas de la historia de España. Y no solo eso, sino que el contacto con personas de diferentes países mientras se camina sirve también para tener una visión más cosmopolita del mundo, para conocer e interactuar con otras culturas y aprender más sobre ellas. Es una oportunidad de lo más atractiva.
Huelga decir que, además, los más de 900 kilómetros del Camino Francés hacen que sea todo un desafío físico y mental. Aunque se puede comenzar en diferentes etapas en base a las necesidades que se tengan por tiempo y por distancia, es un reto que pone a prueba la resistencia y la perseverancia de los caminantes, dado que tienen que andar numerosos kilómetros a diario, gestionando los descansos, la comida y el agua para estar en la mejor forma posible durante todo el trayecto.
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