Viajamos a la costa noroeste de Italia. Nuestro destino se encuentra en la región de Liguria, a poco más de veinte kilómetros al este de Génova. Visitamos el encantador municipio de Camogli, un pintoresco pueblo pesquero que se alza sobre el mar de Liguria, y nos recibe con una interesante combinación de historia, cultura y belleza natural que lo convierten en un lugar imprescindible para los amantes de los viajes y la aventura.
Camogli es fácilmente accesible desde Génova, ya sea en coche o en tren. La línea ferroviaria Génova-La Spezia pasa por Camogli, haciendo que el viaje sea cómodo y rápido. Para aquellos que prefieren el coche, la carretera que conecta Génova con Camogli, ofrece un bonito trayecto a lo largo de la costa.
Camogli tiene sus raíces en la antigüedad, con una historia que se remonta a la época romana. Sin embargo, fue en la Edad Media cuando el pueblo comenzó a florecer como un importante puerto marítimo. Su nombre, según algunas teorías, podría derivar del genovés "Cà a mogli", que significa "Casa de esposas", haciendo referencia a la tradición de que los marineros dejaban a sus esposas en casa mientras salían al mar.
Durante los siglos XVII y XVIII, Camogli se consolidó como un centro naval significativo. En su apogeo, contaba con una gran flota mercante que competía con la de Génova. Aunque hoy en día ha perdido su protagonismo comercial, el legado marítimo sigue vivo en la arquitectura y la cultura del lugar.
El puerto de Camogli es el corazón del municipio. Rodeado por coloridas casas que se reflejan en las aguas cristalinas, es un lugar perfecto para pasear y disfrutar del ambiente relajado. Los barcos pesqueros y de recreo añaden un toque pintoresco, mientras que los cafés y restaurantes a lo largo del paseo marítimo nos ofrecen delicias locales como el pescado fresco y la típica focaccia italiana.
Uno de los monumentos más impresionantes de Camogli es la basílica de Santa María Assunta, situada en la pequeña península que se adentra en el mar. Esta iglesia del siglo XII presenta una impresionante fachada barroca y un interior ricamente decorado con frescos y estucos. La ubicación de la iglesia ofrece vistas espectaculares del mar y la costa.
Otra joya histórica de Camogli que no podemos perdernos es el castillo de la Dragonara, una fortaleza medieval que protegía el puerto de los ataques piratas. Construido en el siglo XIII, el castillo ofrece una visión fascinante de la historia defensiva de la región. Desde sus murallas, podemos disfrutar de vistas panorámicas del mar y del pueblo.
Si nos apetece disfrutar de la naturaleza y el senderismo, Camogli es el punto de partida ideal para explorar el Parque Natural Regional de Portofino. Las rutas de senderismo, conocidas como "Sentieri", ofrecen caminos que serpentean a través de la exuberante vegetación mediterránea y llevan a miradores impresionantes con vistas al mar y a la costa rocosa.
La playa de Camogli, aunque pequeña, es un lugar perfecto para relajarse. Con su arena gruesa y guijarros, ofrece una experiencia auténtica lejos del bullicio de las playas más turísticas. El agua clara es ideal para nadar y hacer esnórquel, y los bañistas pueden alquilar sombrillas y tumbonas para disfrutar de un día de descanso junto al mar.
Ha llegado el momento de degustar la gastronomía de Camogli, una cocina deliciosa que reúne lo mejor de la cocina ligur. La pesca fresca es la estrella del menú, con platos como la "fritto misto" (mezcla de pescado frito) y el "acciughe ripiene" (anchoas rellenas). La focaccia, tanto la simple como la de queso, es una especialidad local que no se debe perder. Además, el pesto genovés, hecho con albahaca fresca, piñones, ajo, queso parmesano y aceite de oliva, es un acompañamiento típico para muchos platos de pasta.
Antes de finalizar nuestra visita a Camogli nos animamos a realizar un corto viaje en barco o una caminata a través de los pintorescos senderos del Parque Natural Regional de Portofino desde Camogli, para encontrarnos con la impresionante Abadía de San Fruttuoso. Este monasterio benedictino, fundado en el siglo X, se erige en una cala oculta que parece sacada de un cuento de hadas. Rodeada por aguas cristalinas y una exuberante vegetación, la abadía no solo es un testimonio del arte y la arquitectura medieval, sino también un santuario de paz y serenidad. La abadía alberga una colección de artefactos históricos y reliquias, y su ubicación única ofrece a los visitantes la oportunidad de disfrutar de una playa tranquila, accesible solo por mar o a pie, lo que la convierte en un destino realmente especial y memorable.
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