Tierra del Fuego: navegar por el Canal Beagle

Estamos en la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en el extremo sur de Argentina, un territorio en forma de triángulo que, separado de tierra firme por el Estrecho de Magallanes, penetra en las misteriosas soledades del océano bajo el nombre de Tierra de Fuego. 

La ciudad de Ushuaia se encuentra entre mar y montañas, en la latitud: S54°48′, lo que la convierte en la ciudad más austral de Argentina. Además, es la única ciudad del país ubicada del otro lado de la cordillera de los Andes. 

Nos encontramos en uno de los últimos vestigios de civilización antes que los mapas indiquen que a unos 1000 kilómetros al sur ya no habrá más que el temido Pasaje de Drake y la Antártida. 

“La forma laberíntica del Archipiélago sugiere una atroz visión geológica. La toponimia revela, a su vez, el paso del hombre sobre estas islas y evoca la aventura de los exploradores. Así llego a ver que estoy en el paralelo 55 del hemisferio austral, rodeado de islas legendarias, entre dos océanos, hacia el confín del mundo habitado” - (Archipiélago Tierra del Fuego, Ricardo Rojas). 

Llegamos al muelle turístico de Ushuaia, desde donde partimos en un catamarán para navegar las aguas del Canal Beagle. Es el punto de partida de las embarcaciones que navegan por el Beagle ofreciendo diversas excursiones. 

Nuestro viaje comienza cuando iniciamos la navegación por la bahía de Ushuaia. A medida que nos alejamos del muelle, quedan atrás las vistas de la ciudad y las montañas. 

El Canal Beagle es un estrecho paso marítimo entre Argentina y Chile. Su extensión es de 280 kilómetros y comunica los Océanos Atlántico y Pacífico. El nombre original del canal es Onashaga, que en lengua yagán significa “canal de los cazadores o el canal de los onas”. 

El paisaje y la historia de la región, logra una fusión que se traduce en una experiencia que ningún viajero debería perderse, al menos una vez en la vida. Por estas aguas se trasladaban en sus canoas los antiguos habitantes de la Tierra del Fuego, los yaganes o yámanas, el pueblo más austral del planeta. 

El pueblo yagán vivía a orillas del Canal Beagle hasta el Cabo de Hornos, se llamaban así mismos yaganes. Se trasladaban de un lado a otro en canoas y la vida era esencialmente marítima porque tenían mayores recursos, donde obtenían lobos marinos, aves, peces, mariscos y eventualmente hasta ballenas varadas. 

Aunque de pequeña estatura, los yaganes eran notablemente fornidos. Vivían en refugios hechos con pieles de focas o leones marinos, estiradas sobre una estructura de postes livianos. Al viajar, las pieles se desmontaban y embarcaban en las canoas. Todas las islas que se encontraban al sur del Canal Beagle constituían el territorio yagán. 

Por lo general, mantenían un fuego prendido sobre un lecho de arena mientras iban navegando en sus canoas. Se cree que estas fogatas pueden haber sido la causa de que Fernando de Magallanes denominara a esta región como la Tierra del Fuego. 

El nombre Beagle le fue dado en homenaje al buque británico HMS Beagle, que realizaba un viaje por las costas de la parte austral de América del Sur entre 1826 y 1830, integrando la expedición que estaba al mando de Phillip Parker King. 

En el año 1831, el célebre capitán inglés Robert Fitz Roy realizó otra expedición por el Canal Beagle, donde se encontraba el naturalista Charles Darwin, quien dejó plasmado en su diario de viaje diferentes anotaciones sobre la fauna, flora y los nativos. 

Continuamos la navegación, hasta alcanzar la Isla de Lobos, donde avistamos lobos marinos de uno y dos pelos. Continuamos la navegación hasta llegar a la Isla de los Pájaros, donde observamos Cormoranes Imperiales y Cormoranes Roqueros (parecidos a los pingüinos, pero vuelan). 

Desembarcamos en la Isla Bridges, un archipiélago en las aguas del Canal Beagle, en el extremo meridional de América. Un sinfín de emociones se apoderan de nosotros. La soledad, la inmensidad y el horizonte infinito, hace que nos sintamos verdaderamente en “el fin del mundo”. 

Caminamos a través de un sendero interpretativo en Puerto Karelo, donde observamos la flora y avifauna de la zona, así como también carteles informativos acerca de los restos arqueológicos de los yámanas que han sido hallados en la isla. 

Llegamos hasta el Mirador Canal Beagle y Andes Fueguinos, donde observamos las vistas 360 grados de las montañas que se ven al norte, este y oeste. Las fotos no hacen justicia a la impresionante gama de colores entre la fusión del mar, la tierra y las montañas. 

Continuamos la navegación hasta llegar al emblemático el Faro Les Éclaireurs, que se encuentra en el archipiélago del mismo nombre, donde el buque alemán Monte Cervantes naufragó en el año 1930. 

También se lo conoce como “el faro del fin del mundo”, aunque el faro al que hace alusión la famosa obra de Julio Verne se encuentra en la Isla de los Estados, a 230 km de Ushuaia. 

Los orígenes del faro se remontan a abril de 1918, cuando el barco de la Armada Argentina “A.R.A Vicente Fidel López” comenzó a realizar tareas de relevamiento en el Canal, a fin de determinar el lugar más propicio para instalar una señal luminosa. Por ese entonces Ushuaia dependía totalmente de los barcos que llegaban al puerto con suministros y provisiones. 

La construcción del Faro Les Eclaireurs comenzó en 1918 y fue diseñado por el ingeniero francés Léonce Verny. El faro fue construido en una pequeña isla rocosa, que era un punto de referencia importante para los barcos que navegaban por el Canal Beagle. 

La construcción del faro fue un proyecto ambicioso que requirió la creación de una estructura sólida y resistente que pudiera soportar las condiciones climáticas extremas de la región. 

Su nombre significa en francés “Los exploradores” o “Los iluminadores” como muchos lo llaman, y toma al mismo de un grupo de islotes. El conjunto de islotes que dan nombre al faro fueron bautizados por el Capitán de Fragata Luis Fernando Martial, al mando de la expedición francesa La Romanche en los años 1882-1883. 

Durante los meses de verano existen dos opciones que se suman al recorrido, una que dura 6 horas e incluye una visita a la Isla Martillo, donde habita una colonia de pingüinos magallánicos. 

Otra opción es visitar la Estancia Harberton, la primera estancia fundada en Tierra del Fuego en 1886. La navegación dura unas 8 horas.  Al desembarcar se permanece en el lugar 2 horas y es posible realizar un tour por el casco de la estancia donde se visita la primera reserva natural de Tierra del Fuego, el galpón de esquila, la carpintería, la casa del bote y, por último, el jardín de la casa principal. 

Un viaje a Ushuaia no está completo sin realizar la navegación por el Canal Beagle, una experiencia inolvidable que ningún viajero debería perderse.