Tras un verano que nos ha deparado sorpresa tras sorpresa, noches eternas, anécdotas y mil historias para el recuerdo, aún queda un cierto regusto, una cierta resistencia a asumir que el otoño ha llegado con sus atardeceres llenándolo todo con su luz tan característica. Lejos de resignarnos, ¿por qué no regalarnos esa última escapada a un lugar de ensueño y disfrutar mientras se pueda de toda la inmensidad del mar? Desde el Atlántico hasta el Mediterráneo, cuatro son los destinos que os traemos para aseguraros un último baño que recordaréis para siempre.
Al son de una Ría prácticamente indómita. La Ría de Muros Noia, ‘la más alta de las rías baixas’ es un compendio de playas en las que dejar que el tiempo corra sin importar nada más. ‘A Ria da Estrela’, cuenta con rincones únicos, muy poco masificados, que conservan su encanto natural y son idóneos para un baño otoñal perfecto. Tradición marinera por los cuatro costados y playas como no recordabas. Desde inmensos arenales de arena blanca hasta pequeñas y tranquilas playas de ría. La lista es amplia, será difícil elegir: la escondida Area Triga, el bello arenal de San Francisco, AreaMaior o Ancoradoiro son sólo una muestra de lo que puedes encontrar en esta mágica Ría gallega.
Ferrol: histórico, mágico y señorial. La localidad coruñesa es una apuesta ganadora si lo que se busca es disfrutar de playas para el recuerdo, un patrimonio histórico y cultural de primer orden y de una ciudad con una vida y un encanto reconocible. Además de la ingente oferta cultural, gastronómica y deportiva, Ferrol contiene algunas de las playas más bonitas de toda Galicia. No por nada es un destino fetiche para miles de surfistas de todo el mundo. Desde aquí el Atlántico se divisa de una forma diferente. No es casualidad que Ferrol sea un bastión marítimo de España, dada su privilegiada y estratégica ubicación. En Ferrol podrás disfrutar de largos paseos, baños y sesiones de surf en arenales de mar abierto como Doñinos, A Fragata y San Xurxo; pequeñas y coquetas calas como As Fontes, O Porto y Lumebó; o serenas playas de ría como San Felipe, Cariño y A Graña.
Menorca y esos pequeños placeres que te hacen sentir inmenso. Menorca es una isla que, en su empeño por mostrarse como un paraíso ‘slow’, ha conseguido transmitir ese gusto por las cosas sencillas que ayudan a desconectar del ritmo de vida frenético y atropellado en el que nos vemos envueltos. 8 pueblos con 8 historias a cuál más auténtica,te preparan a tu llegada a la isla, para que luego elijas caprichosamente donde vas a pasar unos instantes de puro trance. ¿Al norte? Playas con un aura hipnótica, salvaje y en el que los tonos rojizos de la arena y los verdes azulados del mar lo envuelven todo, como Cavalleria, Cala Morell o Cala Pilar. ¿Al sur? arena finísima y blanca, aguas turquesas y cristalinas, de una transparencia que impresiona y que nos permite observar el fondo marino como si de una fotografía se tratase. Cala en Turqueta, Macarella o Es Caló Blanc son una muestra de estas joyas que esconde la isla.
Un azul que sólo se ve en Formentera. Elegida mejor destino de playa 2023 por los lectores de la revista Viajes National Geographic, cuesta creer que un pequeño rincón del Mediterráneo de apenas 83 km2 esconda tantas postales y lugares tan pintorescos a la par que hermosos. La preciosa Cavall d’en Borràs, con Ibiza de fondo. La tranquilísima Sa Roqueta, desde donde se ven unos atardeceres que te dejan anonadado. O como no, Ses Illetes, declarada en más de una ocasión como una de las playas más bellas del mundo. 69 kilómetros de playas para recorrerlas de arriba abajo, parando, dejándose llevar por la fresca brisa mediterránea. Y un patrón común, ese azul tan característico que sólo la posidonia oceánica es capaz de brindar a la pequeña de las Pitiusas.
Elijas el destino que elijas, ve con una idea fija en la cabeza… ¡Enamórate de esos rincones que vas a descubrir! Ahora que la afluencia de turistas se ve reducida, que prácticamente tienes las playas a tus pies, ensancha los pulmones dejando que la brisa del mar los inunde y mira a tu alrededor. La calma, la paz, el descanso, la sensación de inmensidad, aderezado con esa luz de otoño… cambiarán tu percepción de un destino de playa para siempre.
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