​St. Ives, una joya costera en tierras de Cornualles

Nos acercamos hasta el condado situado más al suroeste de Inglaterra. Visitamos Cornualles, un territorio que limita al norte y al oeste con el mar Céltico, al este con el condado de Devon y al sur con el Canal de la Mancha. Estamos en una región especialmente conocida por su hermoso paisaje costero, sus playas, sus pintorescos pueblos pesqueros y su rica historia y cultura, incluyendo la herencia celta y la influencia de la minería del estaño, cuya explotación se prolongó hasta finales del siglo pasado. 

En este bello escenario se encuentra nuestro destino: St. Ives, una población costera que se nos presenta encantadora en la península de Penwith, un lugar que acoge a aquellos que buscan una conexión profunda con la naturaleza y un escape del ajetreo y el bullicio de la vida cotidiana. 

Antes de adentrarnos en la población, nuestro paseo comienza en el majestuoso faro Godrevy, erguido en solitario en el extremo oriental de la bahía de St. Ives. Sus rayos luminosos guían a los marineros con suave determinación. En sus alrededores se disfruta de una vista panorámica que se pierde en el horizonte, una panorámica espectacular que no hay que perderse.  

Avanzamos hacia el corazón de la ciudad para encontrarnos con el puerto de St. Ives, donde el aroma salado y el bullicio de las embarcaciones nos envuelven. Aquí, el vaivén de los barcos de pesca marca el ritmo de la vida cotidiana, mientras las gaviotas trazan elegantes vuelos en busca de tesoros marinos. La pesca ha sido la actividad comercial más importante del pueblo desde hace siglos. De hecho, St. Ives es reconocido como un gran productor de sardinas. El puerto es un lugar lleno de vida donde las coloridas barcas añaden un toque animado y pintoresco al paisaje. 

Siguiendo las huellas del río Stennack, cuyas aguas serpentean a través de la ciudad, nos encontramos con la encantadora iglesia de Santa Ia, dedicada a la patrona de la población, un refugio espiritual que alza sus muros centenarios hacia el cielo. 

Las vidrieras multicolores de la iglesia de Santa Ia tiñen su interior con un mágico resplandor, mientras que su campanario se alza orgulloso dominando todo el entorno. Este bonito templo es un lugar donde se puede encontrar serenidad y contemplación en medio de la efervescencia de la vida cotidiana de St. Ives. 

Explorando las calles empedradas del centro del pueblo, nos dejamos llevar por su atmósfera bohemia y acogedora. La población está repleta de pequeñas tiendas de artesanía, galerías de arte y cafeterías. Aquí, el arte respira en cada rincón, y el ambiente del lugar tiene un toque bohemio que atrae a artistas de todo el mundo. 

Pero es en las playas de St. Ives donde su verdadera esencia se revela en todo su esplendor. La vasta y cautivadora playa de Porthmeor invita a caminar por sus doradas arenas mientras el océano se extiende hasta donde alcanza la vista. Es un lugar donde uno se siente pequeño en comparación con la inmensidad del mar, y donde la bravura de las olas suscita una sensación de asombro y respeto. Por otro lado, la acogedora playa de Porthminster ofrece un refugio cálido y sereno, con aguas cristalinas y arena suave que acaricia los pies. Es el lugar perfecto para relajarse, disfrutar de un baño revitalizante y dejarse envolver por la dulzura del entorno. 

St. Ives, una sinfonía de colores, aromas y sensaciones, deja una huella imborrable en el corazón de quienes la visitan. Es un lugar donde el pasado se entrelaza con el presente, donde la naturaleza y la creatividad se fusionan en armonía. En cada rincón de esta bonita localidad inglesa se despiertan emociones y se desvelan secretos que solo aquellos dispuestos a dejarse llevar podrán descubrir.