Nos acercamos a Colombia, un país de paisajes espectaculares y aromas de buen café. Este punto del planeta nos enamora con su música, su cultura, sus tradiciones, su vibrante colorido y sus amigables gentes. Buscamos un destino que se encuentra a unos trescientos kilómetros de distancia de Bogotá, la capital del país. Para encontrarlo, seguimos el camino que nos acerca hasta el bello departamento de Quindío, un territorio famoso por ser una de las zonas más importantes para la producción de café en Colombia. De hecho, en Armenia, la capital de la región, pueden verse algunas fincas cafeteras en las que nos invitan a descubrir el proceso de producción del café y a disfrutar de su aroma y su sabor.
A tan solo veinte kilómetros de Armenia descubrimos a nuestro protagonista: el valle de Cocora, uno de los destinos turísticos más populares de Colombia, un lugar especialmente hermoso que recibe al visitante inundando su mirada con espectaculares paisajes y una intensa naturaleza.
Estamos en el hogar de la etnia Quimbaya, una cultura precolombina que habita la región desde hace siglos. Además, el valle es famoso por sus palmas de cera, las auténticas protagonistas de este punto del planeta. Estamos ante una de las palmas más altas del mundo. Son muy resistentes y pueden llegar a medir hasta 60 metros de altura. Son árboles esbeltos y elegantes, con un tronco largo y delgado y una corona de horas que se abre en la parte superior.
El valle de Cocora está alfombrado de este tipo de palma que, durante siglos, ha sido utilizada por las gentes locales para diferentes usos, como la elaboración de herramientas, la construcción de viviendas o la producción de cera para velas naturales. Además, es un árbol que siempre ha tenido un significado espiritual para los habitantes de esta región colombiana, ya que se considera a la palma de cera como un puente entre el cielo y la tierra.
Pero la importancia de la palma de cera aún va más allá. Fue declarado árbol nacional de Colombia por ser un símbolo de resistencia, longevidad y fortaleza.
Aunque la palma de cera es una especie resistente, se encuentra en peligro de extinción, debido a la explotación excesiva de sus tallos para la producción de cera y a la degradación de su hábitat natural, por lo que se encuentra protegida y es considerada un símbolo de conservación y sostenibilidad en la región andina.
Una de las mejores formas de descubrir el valle de Cocora y sus palmas de cera es caminando a través de las diferentes rutas de senderismo de la zona, paseos en los que también nos van saliendo al paso otras muchas especies de plantas endémicas del lugar. Además, el valle es una excelente elección para los amantes del ecoturismo. Son muchas las actividades que pueden realizarse en plena naturaleza, como explorar la zona a caballo o hacer un tour de avistamiento de aves, pues hay más de 150 especies habitando el lugar.
No podemos abandonar el valle de Cocora sin disfrutar su buena gastronomía. En Armenia, y en general en toda la región, poseen una cocina tradicional rica y variada, con recetas típicas como el sancocho colombiano o los tamales, elaborados a base de harina de maíz que se rellena con diferentes ingredientes. Y tras una buena comida, lo más oportuno es degustar una aromática taza del buen café de la región de Quindío.
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