La tradición y las costumbres ancestrales ocupan buena parte de la forma de vida del lugar al que ahora nos acercamos. Estamos en un punto del planeta muy especial, muy mágico y lleno de autenticidad. Nos acercamos hasta Myanmar, la antigua Birmania.
Nuestro destino nos espera en la región de Shan, en el este del país. Nos acercamos hasta Kakku, un pequeño pueblo de ambiente rural y muy tradicional que aún conserva muchas de sus costumbres y antigua cultura. En sus calles pueden verse pequeñas tiendas de artesanía local, en las que se exhiben productos elaborados a mano, como cestas, curiosas esculturas de madera, etc.
Esta pequeña población está principalmente habitada por la etnia Pa-O, uno de los muchos grupos étnicos que viven en esta región birmana. Practican el budismo y son grandes amantes de la naturaleza que les rodea. Visitar el pueblo de Kakku ofrece la valiosa oportunidad de conocer su cultura y sus tradiciones.
Pero hemos de seguir adelante, pues nos dirigimos a un lugar situado a unos cinco kilómetros de distancia de este interesante pueblo. Para llegar a nuestro destino hemos de atravesar hermosos paisajes rurales y colinas cubiertas de vegetación, siguiendo un camino que nos lleva hasta nuestras auténticas protagonistas: las pagodas de Kakku.
Las estupas de Kakku forman un conjunto de impresionantes estructuras antiguas que están consideradas Patrimonio Mundial de la UNESCO. Son cerca de 2.500 pagodas de diferentes tamaños que están dispuestas en filas ordenadas en un espacio de un kilómetro cuadrado, formando un singular bosque de pagodas que se ha convertido una importante atracción turística y religiosa en Myanmar que es visitada cada año por miles de turistas y peregrinos.
Una estupa es un tipo de monumento budista que se considera la representación simbólica del cuerpo de Buda, por lo que supone un lugar sagrado venerado por los seguidores del budismo. Los especialistas sitúan la construcción de la primera estupa de Kakku en el siglo III a.C. A lo largo de los años, hasta el siglo XII, se fueron levantando todas las que podemos ver en la actualidad.
Muchas de estas pagodas contienen inscripciones antiguas, por lo que se cree que fueron construidas por los diferentes grupos étnicos que habitan esta zona del país. Están hechas de ladrillo y estuco, y varían en altura: desde unos pocos metros hasta más de veinte. Las numerosas pagodas parecen alfombrar el terreno y ofrecen una imagen espectacular.
A pesar de los siglos, las estupas de Kakku se encuentran en muy buen estado de conservación, ya que han sido mantenidas y reparadas regularmente por las autoridades locales. Por ese motivo, los turistas y visitantes han de seguir ciertas normas para protegerlas, como no tocarlas y respetar las áreas sagradas que se encuentran alrededor de ellas, zonas que son utilizadas para la oración.
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