"He venido desde mi lejana patria para volar por encima de infinidad de parajes que el ojo humano no había contemplado aún, aportando así una nueva luz a las oscuras páginas de la Historia del Mundo". Con este párrafo comienza “Sobre la Tierra del Fuego”, el libro que escribió el piloto alemán Gunther Plüschow luego de su travesía por la Patagonia atravesando las gélidas aguas del Atlántico y sobrevolando los remotos cielos australes.
La historia de Gunther Plüschow
El 3 de diciembre de 1928, Plüschow se convirtió en el primer hombre en llegar en un hidroavión a la isla de Tierra del Fuego, donde vivían apenas unas 600 personas que quedaron asombradas por la llegada del “Cóndor del Plata”, el hidroavión del piloto alemán, con el que ganó fama por sus aventuras.
Era el comienzo de una increíble historia como aventurero, escritor, documentalista y admirador de la belleza de los paisajes de la Patagonia. Esta es la historia de un viaje que tardó más de treinta años en llevarse a cabo. Plüschow llegó a la Patagonia con la intención de cumplir un antiguo sueño de su niñez.
Gunther Plüschow nació el 8 de febrero de 1886 en Munich, Alemania. Entra a la Escuela Naval y termina su período de formación en 1912. Su pasión por la aviación lo llevó a ser nombrado piloto y mecánico de aviones. Fue asignado como aviador militar en Tsingtao, una colonia alemana en China junto al río Amarillo.
Después de que los japoneses invadieron China y tomaran posesión de Tsingtao, durante la Primera Guerra Mundial, Plüschow logró escapar, viajando desde Shanghái a Beijing, y de ahí a los Estados Unidos, donde toma un buque con documentos falsos desde Nueva York a Europa.
Para su desgracia, fue descubierto por la policía y llevado preso a Inglaterra. Logró escapar y tomar un barco en Holanda hasta llegar al fin a país natal, Alemania. Según las crónicas históricas, lo confunden con un espía y casi es fusilado. Luego de la derrota de Alemania y el fin de la guerra, se siente decepcionado de su patria y se retira de la Armada. Se dedicó a trabajar en la industria automotriz, arreglando autos, sin embargo, no se sentía feliz.
Trabajó también como capitán de buque, en el que paseaba a turistas por el Mediterráneo. Todo cambió cuando un amigo le ofrece viajar a Sudamérica en buque como cronista y filmar la zona. Era el comienzo de una gran aventura. Sin embargo, la fascinación de Plüschow con Tierra del Fuego había nacido mucho tiempo antes, cuando a los diez años de edad, se maravilló al descubrir una vieja postal con la imagen de una embarcación anclada en algún lugar de las remotas costas de la Tierra del Fuego.
Sin saber dónde era exactamente, aquella imagen quedó en su memoria y se convirtió en un sueño anhelado para el joven Plüschow. Partió de su país en 1925 y arribó al puerto de Valdivia, Chile. Aquel viaje por la Patagonia lo maravilló de tal forma que decide regresar nuevamente.
La travesía hacia Tierra del Fuego
En octubre de 1927, inicia su travesía en la góndola Feuerland (Tierra del Fuego, en alemán). Con una pequeña goleta de 16 metros de eslora, inició el largo cruce del Atlántico, con destino a su añorada Tierra del Fuego. La experiencia de navegar los mares australes era un sueño hecho realidad para Plüschow, quien, en la Patagonia, se encontró con esa magia y esa postal de su infancia, con la que durante treinta y cinco años había soñado.
A bordo del Feuerland, Plüschow y los miembros de la expedición navegaron en el complicado y laberíntico circuito de canales y fiordos del archipiélago fueguino. Plüschow llegó a Chile en noviembre de 1928 junto a su amigo y mecánico Ernst Dreblow. El mismo día que Magallanes embocaba en el estrecho que hoy lleva su nombre, ingresaba Plüschow en él, cuatrocientos años más tarde.
Plüschow transportó su avión desarmado en cajas en el transatlántico “Planet” de la compañía Menéndez Bethy, que en esa época hacía el recorrido Alemania-Tierra del Fuego. Armó el hidroavión en Punta Arenas, trabajo que le llevó alrededor de un mes, de noviembre a diciembre de 1928. El día histórico llegó cuando el 3 de diciembre de ese año realizó su vuelo más importante, el primero entre Punta Arenas y Ushuaia.
El vuelo a Ushuaia
La primera salida estuvo demorada por las permanentes tempestades de la región, hasta que subió la presión y se aclaró un poco. Cargan el avión con la primera correspondencia y se elevan inmediatamente. Hacen círculos sobre el Estrecho de Magallanes dando comienzo al primer vuelo en la Tierra del Fuego.
Cruzan el Estrecho y pasan por una pequeña ciudad en el Oeste de Tierra del Fuego: Porvenir. Allí la gente se alborotaba al ver por primera vez un aeroplano. De repente aparece entre las nubes Bahía Inútil al frente y sobre la derecha se veía La Gran Isla Dawson, repleto de hermosos bosques.
Las nubes se disiparon y vieron al frente la Cordillera de Darwin, con las cadenas de Valdivia y de Alvear. Cuenta que sentían algo celestial en ese momento. Volaban a 2.500 mts. Veían hielo, siempre hielo con torres y sus picos. Continuó el vuelo y pasaron por el glaciar Martielli al cual Pluschow dedicó su primera visita. Realiza una descripción impresionante de todo lo que ve alrededor, entre ellos el Cabo de Hornos y al frente el lago Fagnano. Ya sobre el lago Fagnano llevaban 1:30 horas de vuelo. De golpe un viento terrible los azota y se cubre todo de nubes donde apenas se ven las cumbres. El avión se azotaba y se preguntaba cuando era el momento de descender sin estrellarse en una montaña y en medio de una nube... Luego de un rato descubrió un agujero entre las nubes y vio agua: el Canal Beagle. Antes de que se cerrara, desciende rápidamente en círculos y en ese momento aparece ante ellos la ciudad de Ushuaia.
Reducen la potencia y apoyan suavemente los flotadores sobre el agua y se dirigen a la playa. Toda la población se reunió sobre la playa en una calurosa bienvenida. Era el primer avión del mundo en volar Tierra del Fuego. Dreblow y Plüschow se abrazaron y las banderas argentinas flameaban por toda Ushuaia. Se presentaron ante el gobernador de Tierra del Fuego y su esposa, quien los recibió con todos los honores y Plüschow entregó en mano al gobernador el primer correo que llegó a Ushuaia por los aires como paquete postal.
Llevaba allí una encomienda que mandaba el gobernador de Punta Arenas para el gobernador de Ushuaia, convirtiendo este correo en el primer correo aéreo de la Patagonia. En aquellos tiempos, la llegada de un avión al sur de Chile y a Ushuaia era un gran acontecimiento, ya que eran zonas muy aisladas que vivían sin comunicación, sin periódicos y sin alimentos frescos. La llegada de Plüschow produjo un gran entusiasmo y felicidad en Ushuaia.
Los lugareños estaban eufóricos. Lo recibió toda la población, incluso los más pequeños, los niños de la Escuela N° 1 de Ushuaia, quienes estuvieron atentos y en silencio a la orilla del mar, para poder escuchar el motor de la inmensa hélice del hidroavión Heinkel HD-24. Todo el viaje fue filmado y conservado, lo que lo convierte en un documento único y muy valioso para la historia de la aviación mundial. Por primera vez en la historia de la aviación mundial, un hombre surcaba los cielos de un territorio donde reina un clima hostil e impredecible, que lo hizo, una y otra vez, enfrentándose con la muerte.
"La pequeña y coqueta población de Ushuaia yace ahora a mis pies; me deslizo muy abajo, casi tocando sus techados, y doy repetidos rodeos, volando en círculo de honor. Los habitantes en masa se encuentran en las calles y nos ovacionan calurosamente. La simpática esposa del gobernador, con un ramo de flores preciosas en la mano nos saluda. Un momento después, pósanse mis flotadores en el agua, delicadamente. Dreblow y yo nos estrechamos en fraternal abrazo. ¡El día de hoy ha sido el más grandioso de nuestra vida!"
Con estas palabras Plüschow plasmó en su libro “Sobre la Tierra del Fuego” su emoción al llegar a Ushuaia. Después de su primer vuelo a Ushuaia, Plüschow relató: “Emprendí el regreso el martes 4 a las 17:30 horas encontrando fuertes tempestades en la ruta. La cordillera Darwin la cruce en 1 hora y 30 minutos, contra 15 minutos demoré la ida. Soporté temperaturas de 20 grados bajo cero y subí hasta 2.500 metros, por los vacíos de 200 metros que encontré”.
A Plüschow lo impulsaba siempre el deseo de aventura. Y el mundo entero, a través de sus filmaciones desde el aire y del magnífico documental que armó a su regreso, puede dar fe de ello.
El célebre piloto alemán no solamente fue pionero de la aviación en el espacio aéreo patagónico y fueguino, sino que también fue el primero en sobrevolar la cordillera Darwin, en la Tierra del Fuego chilena, el primero en volar sobre Ushuaia, el temido Cabo de Hornos y las imponentes Torres del Paine. La expedición de Plüschow demandó dos años y trajo sus frutos: una valiosa colección de fotografías y un extenso documental sobre todo el viaje.
A fines de 1930 decide regresar a su amada Patagonia, decidido a explorar hacia el norte siguiendo la Cordillera de los Andes, llegando a El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, donde se maravilla con la grandiosidad del Glaciar Perito Moreno, documentando la primera exploración aérea de esta región en fotografías, películas y anotaciones. Para este segundo viaje planificó una serie de sobrevuelos, los cuales no había podido concretar en su expedición anterior.
El hidroavión de Plüschow había sufrido graves deterioros y más allá de los intentos de Ernst Dreblow por volver al mítico Cóndor del Plata a su estado original, una de sus alas se quebró después de una sucesión de peligrosos vuelos por la Cordillera de los Andes sobre el lago Rico, en territorio argentino. Ni Plüschow ni Dreblow sobrevivieron.
Los dos saltaron antes de que el avión se desplomara sobre las aguas del lago. Plüschow se estrelló contra las duras cosas y murió al instante. Dreblow pudo nadar hasta la orilla, pero murió ni bien llegó a ella, de un paro cardiaco, dada las bajas temperaturas del lago.
Gunther Plüschow es uno de los personajes que forman parte de la historia de la Patagonia. Luego de más de 90 años de su travesía, su legado continúa presente en el sur de Argentina y Chile.
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Referencias: “Sobre la Tierra del Fuego”, Gunther Plüschow.
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