Nuestros pasos nos acercan hasta el noreste de Austria. Visitamos la encantadora ciudad de Melk, una población situada en el estado de Baja Austria a orillas del río Danubio. Estamos en un lugar tranquilo y muy pintoresco que nos regala un ambiente acogedor y tradicional en el que se ve reflejada la cultura más genuina del país.
Nos encontramos en una de las zonas vitivinícolas más importantes de este punto del planeta, por lo que Melk es especialmente conocida por su importante producción de vino, aunque no es el único atractivo con el que cuenta la población. Aquí también es de visita obligada el histórico castillo de Schallaburg, una bella construcción renacentista ubicada a unos cinco kilómetros de Melk. Su alta torre es visible desde lejos y su patio con arcadas es uno de los elementos más llamativos del castillo. Pero si por algo destaca Melk es por su impresionante abadía, un hermoso edificio que se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de Austria.
A algo más de ochenta kilómetros de Viena, la capital austriaca, se encuentra la Abadía de Melk, una imponente construcción de arquitectura barroca que guarda una rica historia como centro educativo y religioso, y que cuenta con la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
La abadía se fundó en el año 1089, aunque su estructura actual se remonta al siglo XVIII, pues en ese momento tuvo que ser rehabilitada a consecuencia de los daños sufridos durante un incendio. Su estado de conservación actual es excelente.
Son muchos los detalles que destacan en este magnífico edificio. Su iglesia, por ejemplo, es uno de ellos. En su interior se conserva un magnífico órgano barroco. También cabe mencionar el museo. En este espacio se encuentra una importante colección de arte sacro y numerosos objetos históricos relacionados con el pasado de la abadía. Además, cuenta con una de las bibliotecas más importantes de Europa; contiene más de cien mil volúmenes, entre los que se encuentran manuscritos y obras medievales.
Otro de los encantos de la abadía de Melk se encuentra en su exterior. Nos referimos a los bellos jardines que la rodean. Son de estilo barroco y están salpicados por esculturas y fuentes que le proporcionan un ambiente muy especial. Por cierto que, otro de los alicientes que se descubren en la abadía son las vistas. Desde aquí se disfruta de una panorámica espectacular del Danubio y de todo el entorno.
Sin lugar a dudas, merece mucho la pena dar un paseo por este edificio histórico de Austria. Aunque sería imperdonable decir adiós a este punto del planeta sin degustar algunas de las delicias de la gastronomía de Melk, recetas típicas elaboradas con ingredientes tradicionales. Son manjares que encuentran su guinda en uno de los postres más genuinamente austriacos: el strudel de manzana, un delicioso dulce elaborado con hojaldre, manzanas y canela.
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